Un Real Zaragoza con el futuro estrangulado

«El resultado es una mierda. Llevamos la camiseta que llevamos, aunque no servirá de nada decirlo. Me da igual que el objetivo que nos marcamos en diciembre se consiguiera. Había que competir y no hemos competido. Estar en el campo así es una mierda». Estas palabras corresponden a Alberto Zapater, declaraciones sin filtro y sinceras del capitán al terminó de la derrota más humillante de la historia del Real Zaragoza en Segunda. Su dolor, su rabia y su vergüenza sirven para elevar una vez más su honestidad y su zaragocismo, que contrasta con las urgencias de una directiva por saltar del barco lo antes posible. Llegaron para reflotarlo a su manera y lo han torpedeado. Pese a todo el entrenador, Juan Ignacio Martínez, y los jugadores han evitado casi sobre la bocina el hundimiento institucional de un club que va a seguir en las mismas manos porque ninguno de los interesados en una posible participación accionarial parece dispuesto a compartir semejante ruina maquillada en las cuentas con valores patrimoniales que en ningún caso se ajustan a la realidad. Ni la Ciudad Deportiva ni la plaza en Segunda ni los créditos fiscales. La deuda total arrasaría con todo y en esa situación próxima a la quiebra técnica la Fundación 2032 se ha puesto a buscar desde hace tiempo y a toda máquina algún tipo de inyección económica o de inversión.

Si no se produce esa colaboración o compra, algo de una complejidad mayúscula en el segundo supuesto ya que exige de entrada un desembolso colosal a fondo perdido, el Real Zaragoza seguirá sobreviviendo sin red, con la venta de sus futbolistas más destacados como principal fuente de ingresos. La reunión de Luis Carlos Cuartero con Miguel Torrecilla y JIM para configurar la plantilla del próximo curso evidencia que nada va cambiar en un club con el futuro estrangulado, sometido a un riguroso control financiero por parte de la LFP que rebajara su capacidad de gasto para la próxima campaña. El noveno ejercicio consecutivo en Segunda se presenta así con una rebaja de capacidad competitiva para afrontar la reestructuración casi completa de la plantilla, en la búsqueda de defensas, centrocampistas y sobre todo delanteros con gol. Sobre la figura del director deportivo va recaer la responsabilidad de buscar debajo de las piedras fichajes y cesiones sin margen para el error y sin pretensión realista alguna de ascenso. Pobre Real Zaragoza que ya no lo quieren ni sus propietarios, agotados y desgastados de una gestión larga y en nada fructífera como era su intención al tomar el relevo de Agapito Iglesias. Al final estamos ante otra fórmula de intermediación, aunque esta vez al otro lado del teléfono escuchan pero terminan colgando o dilatando la conversación hasta que el auténtico agujero económico se hace visible. Vamos, una mierda.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *