El Real Zaragoza recibe al Deportivo asfixiado por la clasificación, con una defensa por inventar y la afición armada para manifestarse contra la directiva
En plena noche cerrada, la horaria (21.00) y la clasificatoria como colista de Segunda pese a que venza en este encuentro, el Real Zaragoza va a picar hielo para intentar avanzar en lo emocional en el mar helado donde se halla atrapado. Rubén Sellés debuta en el Ibercaja Estadio con un reto colosal tras haberse estrenado con derrota en Gijón y con la necesidad de inventarse una defensa tras las lesiones de Radovanovic y Tachi y la no recuperación a tiempo de Tasende. La herida se localiza en el eje y las soluciones son varias aunque ninguna de garantía absoluta. En ese rompecabezas que se resolverá antes de la cita contra el Deportivo y en el que no entra el vacilante Kosa pese a que sería una opción natural, aparecen el juvenil Gomes, Pomares como alternativa y Saidu para acompañar a Insua. Cualquier combinación es posible, aunque no habría que descartar que el internacional sub 18, quien debutó con los mayores ante la Mutilvera en Copa, sea el elegido para que el lateral valenciano permanezca en su sitio. En esa línea, por la derecha, Sebastián y Aguirregabaria se disputan un puesto en el once con ventaja para el vitoriano. En la portería, Adrián regresará pese a la notable actuación de Andrada en el torneo del KO.
Si hay un partido de entrenador, es éste, porque a Sellés se le acumulan los obstáculos más allá de la zaga. La baja de Tachi, a quien utilizó en El Molinón de pivote de contención, y la ausencia por segunda jornada de Akouokou en el cumplimiento de una sanción de cuatro encuentros, le obliga sumar un efectivo más en la medular que se acople a Francho y Guti. Todo indica que será Saidu el que ejerza un papel que se ajusta mucho más a sus características que las de central. El resto del once es más que probable que no sufra alteraciones, con Cuenca, Valery si la musculatura se le permite y Soberón ocupándose a agitar la franja atacante y asumiendo la presión como catecismo innegociable del sacrificio colectivo que exige esta cita al límite de los límites. Estar en la piel del entrenador valenciano pone la carne de gallina por la cantidad de desafíos que se le presentan. Si el Real Zaragoza gana al Deportivo en estas circunstancias deportivas, habrá que considerar el milagro de la salvación y a Sellés como guía autorizado para este inclemente camino.
A los contratiempos indicados hay que añadir un rival que no vence desde hace cinco partidos pero que dispone de armamento de Primera y una atmósfera cargada de reivindicación y protesta contra la directiva, con la invitación a que el público, una vez terminado el minuto de silencio en recuerdo de Jorge Casado, recientemente fallecido, abandone el campo para volver diez minutos después y volcar su descontento contra el palco. La sangre hirviendo de la afición, la tristeza por la pérdida del joven futbolista y un Real Zaragoza parcheado ante un Dépor con los colmillos afilados para volver a la senda del triunfo… Sellés solicitó la ayuda de la gente, que la tendrá una vez haya señalado al poder invisible que ha conducido a la institución al abismo. La tormenta emocional jugará a su favor, siempre y cuando mantenga un pulso equilibrado con los gallegos, que ya sólo con Yeremay, Mella, Soriano y Luismi Cruz acongojan por su capacidad de desborde y talento individual, algo que en el conjunto aragonés no se recuerda desde principios de siglo, desde Sávio, Diego Milito, Ewerthon o Cani. Veinte años de aquello. Dos décadas de lapidación económica.
La realidad deformada y adulterada por las diferentes propiedades, con esta última liderando una campaña tras otra el desastre definitivo, y la crueldad del presente, donde hasta un aprendiz de entrenador como Gabi se permite cuestionar su despido y rajar sobre lo poco atractivo del club en las ondas madrileñas, muestran un estado de descomposición muy difícil de superar. Sólo el fútbol puede salir al rescate de esta nave encallada en el dolor y la frustración. El fútbol y los futbolistas por muy bajo que sea su perfil por la gracia de Txema Indias y su docilidad con las órdenes de la jefatura enmascarada. Y de nuevo asoma Sellés y su ilusión encabezando el currículum inglés como el último mohicano, con una piqueta en su fe y en su libreta para abrir una vía de escape para este embarcación abandonada a su suerte en el lugar más recóndito del corazón ártico de sus insensibles armadores.

