Arruinado económica y deportivamente el club, la actual propiedad del Real Zaragoza está haciendo todo lo posible para demoler también la imagen de la entidad a menos de un mes de que cumpla 90 años de vida. La señal que se está enviando, ya deteriorada por la deuda que amasaron entre Alfonso Solans júnior y Agapito Iglesias, presenta una institución hundiéndose donde la tripulación pugna por repartirse los botes salvavidas con la afición encerrada en las bodegas. Se ha llegado a un punto en que lo importante no es vender a la mejor opción, si es que alguna vez ha existido, sino a aquella que pueda hacerse cargo del pago al almirantazgo. Por babor calla o filtra información César Alierta, el máximo accionista y por lo tanto quien tiene la última palabra, y por estribor, Fernando de Yarza se ha erigido en el poli bueno de la patrulla que forma con Forcén, blanqueando con cinismo la descompuesta relación entre mayoritarios y minoritarios.
El consejero aseguró el pasado miércoles que la elección de la oferta elegida se ejecutaría de forma consensuada antes del domingo, de ayer, lo que no ha ocurrido después de utilizar las páginas de Heraldo como instrumento para poner rostro a un supuesto comprador del hemisferio norte que se retrasaría hasta marzo en un hipotético trasvase de títulos. El Periódido de Aragón, sin embargo, se hace eco de la versión contrarrevolucionaria, que niega avances significativos con el magnate estadounidense Jorge Mas y mantiene al grupo Orlegi muy presente en sus oraciones a diestro y siniestro. Son dos pero parecen ninguno por la falta absoluta de confidencialidad, requisito imprescindible en toda operación de esta magnitud y que ambos bandos se están saltando a la torera con mayor o menor ruido. Que este tipo de operaciones sean vox populi cuando faltan elementos jurídicos fundamentales para concretar el relevo empresarial hace sospechar de su veracidad no en cuanto a interés y toma de contacto, sino en lo referente a la firma final.
Es un hecho más que contrastado que desde que Alierta decidió su salida, el Real Zaragoza fue puesto en el escaparate en contra de los intereses de continuidad de Yarza y Forcén, que vieron amenazados sus nichos de poder en un club donde seguir ampliando sus tentáculos. Por ese mercado artificial para captar la atención de inversores, el expresidente de Telefónica buscó alguien que cubriera sus avales y el valor de sus acciones, mientras que los minoritarios rastrearon la localización de una alternativa que les permitiera permanecer dentro del nuevo organigrama. Ahora, Yarza, perdida la palabra con su farol del miércoles, declara que con la llegada del grupo liderado por Jorge Mas y cuyo valedor es Forcén saldrían todos… La credibilidad de estos personajes cotiza muy baja a estas horas, con el deseo de la afición de que se vayan a cualquier precio y con un un equipo que lucha por la permanencia mientras sus dirigentes sólo piensan en saltar del barco que han torpedeado. En aguas estadounidenses, mexicanas o minerales.