El Real Zaragoza teje con excelencia creativa siete de los nueve tantos de sus partidos amistosos
Casi todo lo que ocurre en la pretemporada se queda en la pretemporada. Lo que sucede, y más con un equipo a medio hacer, se enmarca en la cuarentena. Conviene observar todo con cierta distancia analítica. Sin embargo, todos los equipos del planeta eligen cerrar este periodo de puesta a punto competitiva con el mejor sabor de boca posible, y el Real Zaragoza, a falta de Millonarios en el Trofeo Carlos Lapetra y Nástic, lo ha conseguido. La legión de canteranos ha disfrutado y ha cumplido con nota alta, se han ganado todos los encuentros salvo el del Stade de Reims después de dominar con juego y ocasiones la primera parte y Fran Escribá, pese a maniobrar con una plantel pendiente de piezas clave y algunos de los nuevos a medio gas, ha trabajado variedad de sistemas y asociaciones de futbolistas.
En ese escenario provisional, el conjunto aragonés ha utilizado un color que no figuraba en la paleta de su juego desde hace al menos tres temporadas, el de la finalización elaborada con hilo de oro. En los últimos tiempos, el ataque se resolvía por lo general a la brava, con acciones individuales a golpe de raza o de estrategia, sin que apenas entraran en acción más de dos protagonistas. Con muy poca o ninguna estética corporativa. Narvéz, Azón y Giuliano fueron los máximos artilleros de un bloque directo por obligación, con un centro del campo tan generoso como poco dotado para la asistencia. Ese aspecto, por ahora, ha cambiado a la espera del fuego real y de rivales de más calado. El Real Zaragoza ha marcado nueve goles en los cinco encuentros disputados y siete de ellos se han distinguido por la excelencia de su elaboración.
El primero frente al Deportivo Aragón fue un centro académico de Gaméz para Azón, y el segundo, un contragolpe de libro de Mesa que, tras pared con Cortés, resolvió el canario con finura. En Pinilla, la diana de la victoria no tuvo nada de casual, todo lo contrario: Aguado vio el despegue lateral de Gámez, quien con una acrobacia cedió para el desmarque de Francho y este se encargó de poner sobre la llegada de Azón. La cita contra el Cartagena reservó dos tantos espectaculares. El de Puche que habría el marcador se fraguó en 15 pases sin que ningún contrario conectara con el balón, con la intervención de ocho jugadores distintos. mientras que el del triunfo vino precedido de un zapatazo de Cuenca al larguero que Moya embocó tras el rechace de la madera. El Murcia cayó después de una mezcla por la derecha entre Cortés y Luna, con Mesa encestando dentro de la portería el centro del lateral. Ante el Stade de Reims, Moya lanzó una falta directa con diploma. No se veía algo similar con puntos en juego desde 2018, con Pep Biel de ejecutor. Bermejo y Eugeni sí lo hicieron el curso pasado, también en partidos de preparación. De esta pretemporada, esos goles como soles envían un mensaje diferencial en fase ofensiva. Y con Bakis aún en blanco.