Nos acercamos inexorablemente al final, quedan dos jornadas para terminar la Liga y, pase lo que pase, la temporada ha sido un fracaso. En el caso de producirse el indeseado descenso sería, además, una catástrofe imperdonable de consecuencias inesperadas. Y entonces respondería la sociedad sin sentimientos políticos, sexuales, de edad o de religión, porque la gente está harta de esta sucesión inadmisible de naufragios atentatorios contra miles de aficionados. Recordemos el famoso «minuto 32» que dio nombre a mi espacio de podcast en X, la presencia de un mariachi antes de un partido en la Romareda previa a la «salida» de la oligarquía de la propiedad y las durísimas críticas recibidas desde la grada y las redes sociales que provocaron la dimisión de Cristian Lapetra como presidente, inmolado en beneficio del grupo de comunicación, construcción, bancario, político y religioso. Pero no esperen que ocurra nada en el último partido disputado en el coliseo zaragozano aunque haya una ruidosa protesta; posiblemente pensarán desde el búnker algún golpe de efecto para impresionar a los seguidores blanquillos más bondadosos y que vuelvan a tener fe. Permítanme que sea más frío y realista que la mayoría de ustedes siguiendo a mi admirado Charles Bukowski que acepta la imposibilidad de los cambios a mejor: «El día pasará y la vida seguirá. Ganarán los mismos, perderán los de siempre y quizás, si eres paciente, si dejas de correr y te perdonas, la vida deje de ser ese autobús que se escapa justo cuando llegas a la parada».
Los ricos gobernarán siempre y nos convencerán como la religión, que desde la prehistoria ha atraído a la masa, porque no nos queda otro remedio que creer mientras los poderosos la utilizan en su propio beneficio. Llámese progresismo, sexualidad, cambio climático, derechos o libertades. Por eso hay que exigir que no se engañe a la afición, que se busquen fórmulas para crear una plantilla competitiva y un club ordenado al margen del mando rojiblanco en el accionariado y la conexión del actual consejero de la sociedad mixta de la nueva Romareda que sirve de enlace de quienes gestionan la comunicación para impedir opiniones adversas que hagan reflexionar a quienes se han hartado ya de tantas chapuzas.
A la afición como al pueblo solo les toca silbar o aplaudir. Salvo revolución que cuesta cara y ni siquiera garantiza el gol.
11 años en segunda , 12 sufriendo más de la mitad , coqueteando con el descenso una gestión horrible fichando nueves que no marcan y lo peor no se ve la luz , cansino esto ya a por la 12 vergonzoso
Excelente artículo. Un placer leer una exposición tan completa e interesante. Igualito que en la actualmente adocenada prensa y radio local.