Siempre he calificado el partido entre el Real Zaragoza y la SD Huesca como un choque de rivalidad regional porque no lo considero ni un «clásico» ni tampoco un «derbi». La situación que atraviesan ambos equipos desde hace unos años ha provocado una serie de encuentros por la dinámica del conjunto oscense al ascender a Segunda División y tener la oportunidad de debutar en Primera. El primer paso fue un 15 de junio de 2008 en un partido que transmití desde Écija y marcó el histórico gol Roberto García en el minuto 94.
Un mes antes descendió el Real Zaragoza con Manolo Villanova en la última jornada de liga en Mallorca con un vestuario millonario pero con demasiada vanidad y soberbia. Ese encuentro tuvo que ser suspendido durante un buen rato por una tormenta en la capital balear haciendo más dramático el fracaso de la propiedad administrada por Agapito Iglesias. Mucho tiempo ha pasado desde entonces y diferentes problemas de sus dirigentes por denuncias de compra de partido Getafe – Real Zaragoza que fue desestimado por la justicia y la operación «Oikos» que le costó la presidencia a Agustín Lasaosa durante cinco años hasta su regreso el pasado junio con nuevos inversores.
También está caliente el asunto de las entradas para que los zaragocistas puedan acudir al campo del Alcoraz por su alto precio y ya han sido muchas las peñas del equipo blanquillo que han manifestado su protesta por ello y su ausencia. No entiendo que, una vez renovado el consejo de administración del Real Zaragoza con solo Juan Forcén vinculado a la capital aragonesa, las relaciones no hayan mejorado entre ambos clubes. A Mariano Aguilar, Emilio Cruz, Laurence Cook, Gustavo Serpa y especialmente a Jorge Mas, le traen al pairo este tipo de enemistades entre un sector de oscenses y zaragocistas. Supongo que alguien se lo habrá dicho a Fernando López, el director general del club de la capital aragonesa, acostumbrado a los «derbis» del Atlético de Madrid con el Real Madrid antes de su etapa en Canadá.
