El entrenador embiste contra un calendario de máxima exigencia que baja la persiana de la primera vuelta y marcará su destino del Real Zaragoza con las visitas a Albacete, Amorebieta y Espanyol y los partidos en casa contra Leganés y Levante
No está tan lejos el playoff, ni siquiera el ascenso directo, pero una mirada hacia abajo avisa de que la zona de descenso asoma a una distancia parecida. El Real Zaragoza suma 22 puntos, uno menos a estas alturas de los 23 con que contaba el equipo de Víctor Fernández la temporada que disputó la promoción con el Elche. 24 tenía en la jornada 16 el de Ranko Popovic que llegó a acariciar el regreso a la élite ante el Las Palmas y 19 el de Natxo González que cayó en la primera eliminatoria por el ascenso frente al Numancia. El problema del conjunto aragonés para mirar hacia arriba no es tanto la cosecha que tiene el granero, suficiente para ser optimista, como la considerable depresión deportiva que atraviesa y que ha acabado con la destitución de Fran Escribá y la contratación de Julio Velázquez. A mitad de camino de ninguna parte y con la misión prioritaria de conseguir una victoria como único fármaco para superar el abatimiento deportivo y psicológico de la plantilla, el nuevo técnico embiste contra un calendario de máxima exigencia, cinco encuentros cuyos resultados pueden marcar el futuro del conjunto aragonés en una u otra dirección.
El encuentro en Albacete de este sábado, en otras circunstancias, tendría orografía de etapa llana con los repechos naturales por jugarse a domicilio, pero hoy en día el Carlos Belmonte sugiere una jornada de media montaña. El equipo manchego atraviesa otra crisis de kilates después de siete jornadas sin ganar y una eliminación en Copa ante el Terrasa. Es un choque de espíritus abollados por el número de accidentes de ambos que el Real Zaragoza afronta agarrándose a su fama de séptimo mejor visitante y a los remedios que Velázquez puede traer en su botiquín. Esa pequeña liga se juega con otros desplazamientos a Lezama para medirse al Amorebieta y al RCDE Stadium para medirse al Espanyol. El par de partidos en campo propio son frente al líder Leganés y el Levante, dos firmes aspirantes a pelear por el ascenso, quienes están sufriendo las inclemencias de un torneo imprevisible por su vulgaridad. La dificultad de estos encuentros examina sin misericordia al Real Zaragoza de Julio Velázquez.
Puntuar en las salidas, asumirlas con el único objetivo del triunfo aun con el Espanyol de por medio si fuera necesario, se hace casi imprescindible porque los combates que esperan en La Romareda amenazan a la mandíbula. Ya no sólo por la envergadura de los adversarios, sino porque el Real Zaragoza presenta un lamentable rendimiento como local. Del Municipal se han ido con el premio gordo Mirandés, Alcorcón, Eibar y Huesca, tres de ellos presentándose a las puertas del estadio en puestos de descenso, mientras que han empatado Racing y Oviedo. Por ese agujero de enormes dimensiones se han escapado las buenas vibraciones del arranque del torneo, con el equipo blanquillo como el peor quinto local de Segunda después de Mirandés, Alcorcón, Huesca y Cartagena. Antes del parón navideño, la estrella de Velázquez puede ser guía hacia un destino de nuevo ilusionante o un meteorito estampado en terrenos pantanosos.
Foto Real Zaragoza