Víctor busca su victoria

El Real Zaragoza confía en que el reestreno del técnico tenga un influjo catártico a todos los niveles para superar al Espanyol en el domingo más festivo del calendario

Con el equipo pendiente de certificar la permanencia, el Real Zaragoza recibe al Espanyol este domingo (18.30) enfundado en una euforia inapropiada por la situación deportiva. La causa no es otra que la presencia en el banquillo de La Romareda de Víctor Fernández, un icono de la entidad que ha acudido con la doble misión de rescatar al conjunto aragonés de todo peligro y preparar la próxima temporada con el ascenso como objetivo ineludible según la versión oficial. Sanllehí y Cordero han hallado un paraguas a sus pobres gestiones y el técnico ha aprovechado la ocasión que antes le negaron ambos para culminar su extensa carrera con un último servicio al club donde vivió sus mejores días en la década de los noventa. Es un matrimonio bastante forzado pero recibido con un monumental regocijo por gran parte de la afición, que considera que el liderato de Víctor Fernández apunta a la tierra prometida tras doce cursos en Segunda con el que viene. Ya lo intentó con la Fundación en su anterior etapa y no pudo ser. Sin embargo, esta vez la fe en su figura mesiánica lo desborda todo en una atmósfera sobredimensionada a estas alturas de la película, donde se comprimen un par de finales felices cuando todavía el público no se ha sentado en su localidad.

Habrá homenajes a los campeones de la Copa de Montjuïc coincidiendo con el 20 aniversario de aquella gesta, el 17 de marzo de 2024, y de la Supercopa, dos trofeos, lo últimos en entrar en las vitrinas, que se conquistaron con Víctor Muñoz al frente. Un número importante de hinchas no tendrán un sólo recuerdo de ese maravilloso año; otros, alguna pincelada, y los más veteranos asistirán a este episodio rememorativo con nostalgia y la sensación de que el Real Zaragoza le fue arrebatado después. Víctor Fernández es también historia y la propiedad, reacia en principio a recurrir a ella como parte de la lanzadera de su proyecto, ahora la ha abrazado con un profesional que estaba alejado del fútbol desde hace casi cuatro años y que no tenía previsto reengancharse, pero le ha podido el gusanillo de la notoriedad, algo que en ciertos foros se ha calificado de responsabilidad, compromiso y amor. Su cualificación pasada está documentada, pero la presente tendrá que actualizarla con un obligado examen nada sencillo. En principio con una primera prueba en este ejercicio, y más adelante en la construcción de una plantilla capacitada desde el primer minuto para subir, un trabajo para el que necesitará el apoyo incondicional de un fondo de inversión muy mirado con el gasto deportivo.

El primer escalón, el de la salvación, hay que comenzar subirlo con la visita del Espanyol, un rival complejo, claro aspirante al ascenso pese a las tormentas internas que lo están agitando. Víctor ha recurrido a su cuidada oratoria para, después de una presentación de conmovedoras interrupciones, seducir con un discurso sencillo y directo, nada que ver con los circunloquios proactivos de Julio Velázquez. El mensaje es que el que se quería oír, por eso ha causado impacto y furor. Va ordenar el desorden, incitará a que los futbolistas sean protagonistas con el balón y no admitirá ni el más mínimo gesto de pereza. Valentía, descaro, atrevimiento… Si ese cóctel se activa desde el mismo día de su debut, habrá que sospechar que más de algún jugador se ha reservado o que el entrenador, efectivamente, dispone de una varita mágica motivacional como ningún otro. Lo lógico es que el encuentro mezcle problemas enquistados en el vestuario con el deseo colectivo de agradar al entrenador. El Real Zaragoza saldrá muy enchufado, pero habrá que comprobar hasta dónde llega la influencia de un entrenador para cambiar de cuajo su tendencia perdedora de las últimas jornadas.

Todo puede ocurrir. Víctor Fernández es muy persuasivo y sus palabras y actitud tendrán un peso importante en la gestación del mejor clima posible tanto en el corazón del vestuario como en la grada. La Romareda será un escenario espectacular, pero el Espanyol también tiene cosas que decir ante un Real Zaragoza aún sin Cristian, Nieto, Borge y Guti, pero muy bien armado para la ocasión con las recuperaciones de Bakis y Francho. La alineación es una incógnita, aunque queda descartado el dibujo de los tres centrales y es muy probable que no haya grandes variaciones. Quizás una disposición más ofensiva, con cada uno en su sitio y la expectación por observar a Adrián Liso, un juvenil que ha entrado en la citación y apunta a contar con minutos. En definitiva, Víctor busca su victoria, que será la de un Real Zaragoza que para desligarse de la derrota necesita en primer lugar el talento, mucho o poco, que puedan aportar sus jugadores a un partido de pasiones anticipadas.

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Foto Real Zaragoza

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