Ya he comentado en varias ocasiones mi devoción por la cultura grecorromana y la enorme similitud de los éxitos y errores cometidos por ambas civilizaciones con la nuestra. Cayeron por la corrupción y permitir que sus enemigos fueran el ejército que les protegiese de las hordas bárbaras tras sus fronteras imperiales. Me viene a la memoria el mito de Sísifo, un ser humano poderoso e inteligente que fue rey de la ciudad peloponesa de Corinto y que se enfrentó a Zeus apareciendo como una divinidad menor que llegó a burlar a la muerte hasta en dos ocasiones. Pero el dios del cielo y del trueno quiso demostrar al mundo que nadie estaba a su altura y le impuso el castigo de subir una enorme roca en una colina del Hades hasta la cima, donde jamás llegaba porque su peso le hacía retroceder y la atroz piedra rodaba otra vez a la llanura. Y así eternamente.
Víctor Fernández la segunda vez que fue cesado en el Real Zaragoza en tiempos de Agapito advirtió que «no volveré como entrenador porque supone un desgaste tremendo, sólo lo haría como director general o presidente». Palabras pronunciadas en enero de 2008. Pero diez años más tarde volvió tras el fracaso de Imanol Idiákez y Lucas Alcaraz para salvar al club del abismo. Su personalidad, su halo histórico y la ilusión hizo que terminase a seis puntos del descenso. Retó a Zeus y siguió al frente de un equipo con fichajes como Kagawa, Puado, Luis Suárez, Guti o El Yamiq para colocarse cinco puntos por encima del tercero hasta la pandemia, seguramente provocada por el Rey del Olimpo, que le impidió disputar la final de los playoff tras derrumbarse en el regreso liguero y dejar otra vez La Romareda.
Haciendo caso omiso a su profecía ante Agapito buscó a través del cargo de entrenador ser el responsable deportivo tras la temporada 23/24 donde volvió a salvar al club con su halo de semidiós, compartido por gran parte de la afición blanquilla, después del arranque espectacular de Escribá y su caída al precipicio agigantada por la llegada de Velázquez. En Santander cerró la grieta del descenso dos jornadas antes del final de Liga. Sin Raúl Sanllehí, con la nueva Romareda en marcha y Juan Carlos Cordero en un segundo plano volvió a retar a Zeus en agosto pero esta vez Jorge Mas, asistido por sus consejeros, dijo que encontraría a quien pudiese superar la crisis después del desmoronamiento y de nuevo la roca, casi en la cima, volvió a rodar con él hasta el suelo. Afortunadamente sin que esté condenado a la eternidad ni él, ni la afición, ni el Real Zaragoza.