Zapater en estado puro

El centrocampista protagoniza un encuentro soberano junto a Francho, confirmando que es el hombre fuerte de Escribá en la medular

Que nadie espere que Alberto Zapater repita el encuentro que jugó contra el Huesca. Si fuera así durante lo que resta de temporada, el Real Zaragoza habría encontrado a ese futbolista de físico poderoso y autoridad incuestionable que tanto busca en un centro del campo que peca de poca personalidad. El capitán, que ocupaba el coche escoba en la plantilla con Juan Carlos Carcedo, ha sido recuperado por Fran Escribá hasta extremos que ni el propio futbolista imaginaba: la titularidad fija al frente del pelotón. A golpe de riñón y de orgullo, con las reminiscencias de aquel toro salvaje que hizo debutar Víctor Muñoz a principios de siglo, exprime con el corazón lo que la velocidad le niega.

Frente al conjunto de Ziganda, una vez más con el maillot de líder que le ha enfundado el entrenador, Zapater nos regaló a sus 37 años un buen puñado de pinceladas del todocampista que fue. Disfrutó en su posición como nunca, guerrero para recuperar el balón y pacificador en la posesión. Fresco como una lechuga estuvo en el primer gol para tocar la pelota que cayó a Giuliano y en el penalti de Juan Villar, que él mismo provocó al peinar balón que pegó en la mano del onubense. Abarcó campo y campiñas, imponiéndose en duelos aéreos en el área de Dani Rebollo, apareciendo en numerosas intersecciones para rebozar de lógica y sentido cada pase. En perfecta conjunción con Francho, con quien hizo pareja de ases.

Uno de sus últimos servicios de la noche, de su noche, fue la del veterano de guerra que no abandona las trincheras hasta que pasa la última bala. Se plantó como una árbol milenario sobre el punto de penalti, echó raíces formando con su cuerpo un espacio inviolable, con la pelota en las manos, como si hubiera elegido lanzar la pena máxima. Nada más lejos de sus intenciones, que consistían en que ningún jugador del Huesca arara de imperfecciones pícaras esa tierra sagrada. Zapater en estado puro.

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