El capitán ha sido el primero de la plantilla en aparecer en público en la que debería ser su última temporada en el Real Zaragoza y en el fútbol profesional. Tiene contrato hasta 2023 y sigue en el club no porque lo diga su relación laboral vigente, sino porque la nueva propiedad le transmitió su deseo de que continuara. Con 37 años, el trabajo exigente que ha impuesto Juan Carlos Carcedo en la pretemporada le está pasando factura a su maltratada espalda, «aunque está controlado», dice el centrocampista. Alberto Zapater sabe que está en el ojo del huracán por su edad y por un rendimiento que divide a la afición para bien y para mal sobre su productividad. La cuestión es que los entrenadores, cuando la guerra deja de ser logística y hay que afrontarla en las trincheras, recurren al veterano soldado.
Y ahí está de nuevo, con el fusil al hombro, sabiéndose en la diana de la critica, con las «mariposas del primer día en el estómago», planteándose el futuro «Podría decir que pienso en la retirada, pero lo afronto queriendo ganarme un año más en este equipo. Esa es la mentalidad. Cuando firmé cinco años ni el club ni yo pensábamos que íbamos llegar aquí. Fue un detalle atípico de cariño por parte de ellos que siempre agradezco. El cosquilleo del primer día lo sigo teniendo. Mientras esté esa llama y me dé el físico que intento cuidar al máximo, mi ilusión es ayudar lo máximo posible y ya veremos cómo o discurre el año. El tiempo dirá. De momento, como dice un amigo mío, vuelta al cole».
Zapater asegura que con Carcedo las cosas han cambiado y que su cuerpo le recuerda que los esfuerzos impuestos por el entrenador le están cobrando peaje, lo que no condiciona. «Piensas que tienes 20 años y que te conoces pero ni tienes 20 años ni te conoces. Sé perfectamente la edad que tengo y mi espalda lo está comprobando». Explica el futbolista que en esta pretemporada «todo es diferente. La verdad es que el míster está siendo cañero. Es un técnico como mucha experiencia y que ha dado un paso importante en su carrera. Nos transmite mucha ilusión. Se están haciendo muchas cosas y bien».
Después de una década en Segunda, ya no se sabe muy bien si mentar el ascenso es causa de motivación o de peso insoportable. El capitán comenta que «todos sabemos la exigencia que supone llevar esta camiseta, por su historia y por su afición. A partir de hay somos conscientes de lo difícil que es la Segunda división y que hay que ir poco a poco porque es muy larga. Desde luego nosotros vamos a trabajar para que este sea el año. Sería importante comenzar bien». Para despegar y coger altura, está llegando gente nueva a la plantilla mientras otros preparan su salida. «No me gusta hablar de los demás. Lo mejor es que la gente les vea y que saque sus conclusiones. La mía es buena de ambos (Giuliano y Rebollo). Les veo con muchas ganas. Estoy seguro de que quienes vengan y quienes se queden lo lo harán bien».
El club anunció ayer que ya hay 19.500 aficionados. «Todos sabemos cuál es la mayor fuerza del Real Zaragoza», apunta el capitán. «Siempre he dicho que este club será lo que quiera su gente, y lo mantengo. Ellos nos hacen diferenciales y es de agradecer. Intentaremos devolverles esa fidelidad en el campo en cada partido».