Zapater y sus siete vidas

El capitán regresó en Oviedo por la baja de Francho y desde entonces es, junto a Narváez, el único futbolista de campo fijo en todas la alineaciones de JIM

El actual Zapater hay que entenderlo y analizarlo desde dentro la cápsula que corresponde y en la que consume el oxígeno que le asignado la naturaleza en el ocaso de su carrera. No tiene nada que ver, en absoluto, con el chico que debutó en la Supercopa en 2004 de la mano de Víctor Muñoz, ni siquiera con el futbolista que regresó del infierno y completó dos estupendas temporadas, sobre todo la segunda con Natxo González. Su papel en el equipo había adquirido un rol secundario, de nexo de unión en el vestuario, de veterano de guerra dispuesto a mostrar sus cicatrices en público para consolar las heridas de sus compañeros en los días nublados. Pero el destino le ha reservado una tercera oportunidad para reivindicarse como futbolista intocable en las alineaciones desde que volviera en Oviedo para cubrir la baja de Francho. Vino y se quedó administrando los esfuerzos aunque bajo al armadura de capitán, bajo la que aún deja entrever detalles técnicos de futbolista de otra categoría.

Desde que JIM le recuperará en el Carlos Tartiere, lo ha tenido siempre a su lado en el once. A partir de ese encuentro, solo el de Ejea  y Juanjo Narváez como jugadores de campo han estado siempre en la alineación (Cristian tampoco se ha movido de la portería en este periodo), lo que viene a explicar la valía que le concede el entrenador. Al pie del cañón los 90 minutos en las victorias contra Tenerife y Fuenlabrada; en la mayor parte, poco más allá de la hora de partido, lo que le da el motor. Con él, el Real Zaragoza ha logrado cuatro victorias y cuatro empates por tres derrotas. Es decir que su protagonismo ha resucitado paralelo a la reacción del equipo para escapar de la zona de descenso.

Tras asistencias y la participación directa en el 0-2 de Vallecas. Con los botines brillantes de betún para el lanzamiento tenso y amenazante de saques de esquina y faltas; colaborando sobre un tablero más reducido como peón sobre la montura del viejo pero fiel caballo que tira de sus riendas de zaragocista. Como Sísifo, ahí está, encontrándole un sentido a las cosas y, en general,  este Real Zaragoza tan difícil de entender y tan fácil de querer para este centrocampista con más vidas que un gato.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *