El paraguas abierto para los consejeros, accionistas y directivos del Real Zaragoza con la aparición de Víctor Fernández anunciada con el suficiente tiempo para que el colectivo lo asumiera e incluso lo aceptase como un bien caído del cielo, llegó a su punto de ebullición el domingo en La Romareda. Con los mismos jugadores que Escribá o Velázquez se jugó de otra manera, saliendo al ataque desde el principio y marcando tres goles. Con el sello de Alejandro Francés, Iván Azón y Maikel Mesa, exquisitos en su ejecución y brillantes en su concepción. Un triunfo, con errores defensivos, que acerca a la permanencia al club aragonés mientras siguen las actividades fuera del fútbol y que se refieren al derribo y reconstrucción de La Romareda, así como al escenario portátil válido para veinte mil espectadores en terrenos del Gobierno de Aragón. Javier Tebas prefiere que no se juegue fuera de Zaragoza durante los cuatro años previstos de obras y tampoco era fácil conseguir un escenario cercano que interesara a la afición blanquilla, más aún con la poca atención mostrada por los dirigentes de la entidad con sus aficionados, algo que no ocurre en el Inter Miami ni mucho menos.
Ahora consiste en ver cómo se desarrollan los acontecimientos entre el director general, el director deportivo y el entrenador, que va a ser más que un técnico que se siente en el banquillo porque ya ha advertido que desea tener la sartén por el mango y crear un proyecto definitivo para el ascenso a Primera División. Vuelvo a repetir que Víctor Fernández se comió crudos a Cordero y Sanllehí en su presentación y que su dominio tanto en la palabra como en su actividad gestual les dejó totalmente fuera de juego. Si a esto añadimos que el dirigente catalán nunca ha empatizado con la afición blanquilla y que el barbado y serio responsable deportivo ha caído en picado después del mercado de invierno ante el graderío zaragocista, me da la impresión que la oligarquía bajará los brazos y le otorgará el mando a Víctor. Algo que también asimilan los inversores madrileños que no desean problemas con la grada y que han encontrado en el entrenador maño un punto de referencia para volver a unir a miles de personas que temían un dramático descenso.
Ojalá sea así, pero me cuesta pensar que los dueños se carguen a Sanllehí.
Estimado Paco, cuando algo en la vida se hace bien tiene alguna posibilidad de salir bien, cuando se hace con oscurantismo y mal no existe ninguna posibilidad de salir bien, Alierta al menos lo haría mejor o peor pero conociamos quien manejaba el timón, el Real Zaragoza y lo digo con gran disgusto a medio plazo, una vez construido el estadio, acabara tomar como ejemplo los distintos clubes con fondos oscuros de inversión por desaparecer, o hay un golpe de timón de la sociedad aragonesa con inversores y empresarios de aquí o el desastre es lo que se ve en el horizonte, los viejos leones rampantes no nos guiamos por el último resultado puntual de cada domingo lo que detectamos es falta de proyecto y escaso interés en el Real Zaragoza más alla del nuevo estadio, el horizonte es negro estamos HARTOS.