Un año y medio después, La Romareda reabrirá hoy al público tras el portazo que obligó a dar el estallido de la pandemia el 14 de marzo. La fisonomía del Real Zaragoza ha sufrido un brusco cambio entre aquel partido del mes de febrero de 2020 contra el Deportivo y el de esta noche (21.00) frente el Getafe en el Memorial Carlos Lapetra. Entonces, el equipo de Víctor Fernández se retiró al confinamiento en segunda posición, a cuatro puntos del tercero, el Almería, y un porvenir que parecía de ascenso directo. Por ese camino de más de 500 días y 500 noches, el equipo perdió el playoff ante el Elche, se despeñó hacia Segunda B para salvarse con una segunda vuelta espectacular y fue puesto a la venta por la Fundación una vez que César Alierta dio por concluida su etapa en la sociedad. La convulsiones se han ido sucediendo en los últimos meses, con una compraventa prácticamente abortada, una plantilla descosida en la que solo ha habido una incorporación y un constante estado de agonía y enfado de la afición, en pie de guerra por el ninguneo sufrido por norma y por una campaña de abonados tardía y conspiratoria, sin compensación alguna para quienes pagaron íntegros sus carnés aun sabiendo que no podrían acudir al estadio.
El volcán está en plena erupción, más aun desde que se supo que a este encuentro, limitado al 75% del aforo y con exclusividad para socios siempre que saquen antes un abono digital, solo podrán acceder los aficionados que tengan un certificado de vacunación COVID que acredite haber recibido las dos dosis de la vacuna o, en su defecto, aquellos que dispongan de un certificado que acredite no estar vacunado completamente por haber pasado el virus recientemente, en los últimos seis meses. Gran parte de los seguidores zaragocistas consideran precipitada y excluyente esta medida que viene impuesta por el Gobierno de Aragón. Otros, sin embargo, priorizan los preceptos sanitarios. Deporte, negocios, salud y máxima irritación social se concentran en la última cita competitiva de preparación antes del arranque de la Liga el próximo viernes 13 de agosto frente al Ibiza, un cóctel explosivo ante la ausencia absoluta de un proyecto por parte de una directiva inmaterial e insensible que apunta a seguir pilotando el club que no quiere.
El Trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Carlos Lapetra dejó de ser hace años una propuesta atractiva para convertirse en un incómodo trámite que se solventa con un rival sin gancho para el público. Esa falta de encanto, un equipo sin hacer y las fechas vacacionales harán que La Romareda presente un modesta entrada pese a ser la primera vez que puede acudir gente después de año y medio con los gradas vacías. En cualquier caso, el partido con el Getafe servirá también para que el palco sea ocupado por autoridades de la ciudad y por miembros de la Fundación, estos en el punto de mira de todo el zaragocismo. Sobre el césped habrá cosas que ver, pero muchas miradas y voces buscarán a esos rostros despojados de máscaras aunque sea por unas horas. Habrá que ver quiénes dan la cara muy a su pesar y en qué medida y voltaje los aficionados presentes expresarán su rechazo a la ignominiosa gestión de la Fundación.
Sería deseable una pañolada como las de los años 70, 80, 90…si entonces sacábamos pañuelos y estábamos en la élite, ¿Qué habría que hacer ahora? Mejor no lo quiero pensar, porque me vienen a la cabeza opciones rayanas en lo delictivo.