Borja Sainz, el niño que debutó en el Trofeo Carlos Lapetra

Borja Sainz (Leioa, 01/02/2001) se ha convertido en la segunda incorporación de cara al próximo curso. El futbolista llega cedido por una temporada del Alavés, con quien le une un contrato hasta el 2023. Cuando el extremo vizcaíno salte al césped de La Romareda para realizar la sesión de fotografías oficiales con su nueva camiseta, sentirá algo especial. Su pequeño almacén de recuerdos deportivos se abrirá para escuchar de nuevo a Asier Garitano citándole hace exactamente cuatros años para viajar a Zaragoza. Aún en edad juvenil, completó una doble sesión de entrenamiento y al día siguiente viajó con el Alavés a la capital aragonesa para disputar el Memorial Carlos Lapetra en su edición del 2019. Su debut en partido no oficial tuvo lugar en el Municipal, cuando entró en lugar de Aleix Vidal para jugar la segunda parte en un partido que se llevó el Real Zaragoza en la tanda de penaltis.

En apenas dos años había dado el salto del juvenil B al primer equipo pasando por el filial babazorro para, después de su bautizó en La Romareda, estrenarse contra el Espanyol en Liga y convertirse en el primero jugador nacido en el siglo XXI en hacerlo con el equipo vitoriano. Con 40 partidos en Primera División, de los cuales solo siete han sido como titular y dos goles marcados, el primero frente a la Real Sociedad después de que el VAR lo diera por válido tras una larga espera y el segundo en Valladolid, y experiencia en la selección española sub-19 en cinco encuentros en los que consiguió tres tantos, Borja Sainz llega a este punto de su carrera con 20 años –la llegada de Pellistri ha terminado de cerrarle la puerta de Mendizorroza–, sin haber cuajado en un Alavés que quiere que madure en otro club, en otra categoría, en la búsqueda de minutos y partidos que sí puede ofrecerle el Real Zaragoza en su parcela ofensiva. El futbolista vizcaíno, de carácter introvertido, despliega sus mejores virtudes por la izquierda pese a ser diestro e incluso de mediapunta, una versatilidad atacante generada por un buen manejo de las dos piernas a una considerable velocidad. hacerlo. Habilidoso y valiente a la hora de desbordar persigue una mayor regularidad en su nueva aventura.

Pulido en la Academia alavesista, Sainz empezó a relacionarse con el balón a los 4 años en el Lagun-Artea, equipo de Leioa (Bizkaia). Su desparpajo hace que los ojeadores del Athletic le capten para las categorías inferiores, primero el alevín y después el cadete. Con 16 años y sin la certeza de la titularidad, pierde confianza en su progresión en Lezama pese a que le ponen sobre la mesa un contrato de siete años (tres de Juvenil, dos en el Baskonia y dos más en el Bilbao Athletic). Una extensión que le ‘ata’ al club, aunque con algo de trampa: el Athletic podía romperlo al finalizar cualquiera de las temporadas. El Alavés entra en escena en la figura de Mikel González, director del fútbol base del conjunto blanquiazul, quien lo capta tras hablar con su padre Iñaki Sainz, alias ‘Navarro’, jugador en Segunda con el Eibar entre 1991 y 1994, y con su tío Carlos García, quien estuvo once temporadas en el Athletic. Su familia sigue viviendo en Bilbao, pero él hizo las maletas para instalarse en la residencia del Alavés en Armentia.

En Vitoria se ha ganado una reputación de promesa por hacer por completo para la élite, de futbolista que ha de confirmar los valores diferenciales que le distinguen y que entendieron Asier Garitano y Pablo Machín pero aparcaron Abelardo y Calleja sin apenas tenerle en cuenta. Su año de préstamo en el Real Zaragoza pretende la explosión definitiva de un chico constante que dejó atrás Lezama para reivindicarse. Sus primeros detalles de extremo incisivo tuvieron como escenario La Romareda. Esta vez regresa para ser importante en un equipo que no puede ofrecerle más horario escolar sino todo lo contrario, que se emplee con título universitario.

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