Juanjo Narváez quiere jugar en Primera División y el Real Zaragoza, pese a a que aún disfruta del colombiano en su plantilla, da por hecho dos cosas: en primer lugar su inevitable marcha cuando comience a moverse el dinero de los clubs interesados en el cafetero y en segundo su incapacidad financiera para conservarlo ni un segundo más, demostrándose una vez más que los fondos por llegar, si llegan, no alcanzarán ni para retenerle ni tampoco para conseguir un relevo de su nivel. Esta agónica espera con final en absoluto feliz deportivamente para el equipo, dibuja un espejismo perverso, puesto que el futbolista sigue vistiendo la camiseta del león y marcando goles como gran protagonista ofensivo la pretemporada. Podría darse el caso de que su marcha no se produjera hasta el 31 de agosto, día y hora del cierre del mercado estival, con lo que Narváez estaría en condiciones de participar en las tres primeras jornadas antes de hacer las maletas.
Su figura, ahora mismo, oscila entre la luz del estrellato y la de una pieza decorativa. El aficionado y la plantilla deben prepararse para lo peor porque el colombiano está sin estar, creando una fantasía peligrosa. Solo una compraventa en toda regla, es decir con capital suficiente para mejorar el límite salarial, habría podido tentar al futbolista para una segunda experiencia en La Romareda. No será así, y, por tanto, uno de los dos delanteros que persigue Miguel Torrecilla asumirá la complicada herencia de relevar la influencia de Narváez en un Real Zaragoza que necesita acertar al cien por cien en ese par de adquisiciones ofensivas. 42 jornadas, 40 como titular siempre en Liga, 9 goles, tres asistencias y referencia universal de un conjunto lánguido de artillería. Escorado a la izquierda por exigencias del guión pero con el alma libre para desplegarse por todo el frente de ataque. Resulta complicado entender la permanencia sin sus prestaciones.
El director deportivo asegura que los jugadores por llegar, un máximo de cuatro, muy por debajo de las necesidades reales, van a dar el nivel suficiente para estar entre los aspirantes al ascenso. A cinco días para que empiece el campeonato, será improbable que cuente con todos, y el escenario, como mínimo en ese debut ante el Ibiza, presenta a Narváez en el once de Juan Ignacio Martínez. Quién sabe si colaborando en victorias, enamorando a la afición y creando expectativas… En definitiva, un caramelo a la puerta del colegio, un una dulce ilusión que se esfumará de un Real Zaragoza sin músculo económico obligado a encontrar un sucesor en el desgobierno que vive.