El fenómeno de una afición fenomenal

La diferencia entre la afición del Real Zaragoza y su equipo –por su puesto de también su directiva– es abismal. En la primera ocasión que la gente pudo acercarse de nuevo a La Romareda con el 100% del aforo disponible, cerca de 26.000 personas transformaron el estadio en una fiesta de principio a fin en la víspera del Día del Pilar. Antes hubo un recibimiento emotivo al autobús. Apenas hay palabras para definir esa comunión de tintes religiosos, un fenómeno inexplicable desde la actuación de la propiedad del club, que siempre se ha mostrado desconsiderada con su gente, altiva y distante, molesta con un seguidor de quien sólo le importa que pague puntualmente su abono.

Los simpatizantes de corazón y de bolsillo han dado la espalda a la Fundación y su prepotencia. Ni siquiera la hostigan como se merece. Han preferido invertir sus emociones y sus energías en animar a los chicos sin entrar en demasiadas valoraciones sobre la calidad del Real Zaragoza que muchos de ellos conocen fuera del circuito de los grandes momentos. El cambio generacional es asombroso y favorece el sentimiento de pertenencia, pero se aleja del espíritu combativo de los viejos guerreros que hacían temblar al palco y a sus presidentes cuando algo no les gustaba aun con un buen puñado de victorias y goles de por medio. Ni que decir tiene cómo se incendiaba el templo zaragocista cuando además la derrota era habitual. El fútbol y sus dueños han cambiado hacia un concepto empresarial que en lugar de enriquecer a la institución la han llevado a la más absoluta de las ruinas deportiva y económica.

Aman a unos colores y un escudo y lo respetan en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza… No dejaron de animar ni tras el penalti fallado por Álvaro Giménez. Ellos sí que están en la pomada y merecen más que nadie un ascenso que difícilmente llegará mientras el club esté en manos de las familias salvadoras que contemplan el Real Zaragoza como un negocio. La afición ha vuelto, un público sin apenas arrugas ni trofeos en sus biografías. Su mayor logro es estar junto a un equipo en las horas más bajas de su historia. Tiene mérito y hay que reconocerlo.

One comment on “El fenómeno de una afición fenomenal

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    Tenemos todo el mérito como afición. Y más, las nuevas generaciones. Pero no estaría de más, que esa misma afición le recordara al palco lo nefasto de su gestión deportiva. Ay los tiempos de las almohadillas lanzadas al césped y las pañoladas de hace 30 y 40 años. Y en primera…

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