Alberto Zapater ya tiene quien le defienda ahora que los fanáticos han descubierto que el Real Zaragoza no es el Budapest Honved de Puskas y los Mágicos Magyares. En algunos foros, periodísticos también, invitan al capitán al retiro por mayor, y por el mismo precio le faltan al respeto. No seré yo quien salga en su auxilio, en el de un jugador sobre el que el ocaso va cayendo sin piedad, en socorro de un futbolista que disputó los 16 últimos partidos de la temporada pasada y que resultó fundamental –no el único– para que el próximo encuentro del equipo aragonés no se dispute en Talavera o Zamora. No voy a recurrir a la demagogia de garrafón de recordar su trayectoria –que un día ganó de titular el último título que figura en las vitrinas del club, por simplificar– ni su arraigado compromiso con el club. Dios me libre de ser tan oportunista como desfasado, puesto que en el fútbol impera el presente, y el pasado de Zapater ciertamente es imposible que conjugue con la deplorable actualidad del equipo donde nadie llega a la altura de la huella de la suela de sus zapatos zaragocistas.
¿Que su tiempo ha llegado? Es posible, porque doctores tiene la santa madre inquisición mediática y populista, y porque su reloj deportivo marca inmisericorde sus últimas horas. Si me permitiese un consejo, le recomendaría que lo dejara mañana mismo aun sabiendo que el mecanismo de su perpetuo orgullo e incluso de su físico funcionan a cuerda, y es posible que aún le quede para un rato de lo segundo. No me haría el menor caso y haría bien, ya que su mejor asesor es él mismo y porque gran parte de la fiscalía que le señala de trasnochado enamorado del fútbol y del Real Zaragoza nunca se presenta como acusación de las verdaderas razones por las que la institución permanece raptada. Me chivan además las sirenas del big data que en este ejercicio ha aparecido en alineaciones que han sumado 16 puntos de los 26 con que cuenta el equipo al final de la primera vuelta. Claro, esto no significa nada porque hay que interpretar el todo. Ah, y es el máximo asistente junto a Gámez. He leído que frente al Tenerife botó un par de corners para enviarlo al cuartelillo y, sin juicio previo, al paredón. Vistos esos saques de esquina, Alberto, ¿cómo se te ocurre tirarlos en una plantilla con tan excelsos lanzadores? De verdad que no lo entiendo.
Matarile a Zapater es el juego de moda de este lunes y de todos los lunes que amanezcan con derrota y con el ejeano de por medio participe 90 o 1 minuto. Hay otros compañeros que aparecen en este League of Legends de segunda, algunos que también formaron parte de la lucha por la permanencia. Es lo que suele ocurrir cuando la ira puntual o la personal nublan la auténtica realidad hasta tal punto que confundimos a los malos, jubilamos a los de más edad y criticamos la ternura de los jóvenes. Y entonces los culpables de que el Real Zaragoza sea lo que es se regocijan en que se dispare en otra dirección. En el pecho de Zapater, donde lleva un escudo con 89 años de historia que resiste, como lo hace el centrocampista, contra las balas de la buena gente que simplemente da su opinión y de la canallesca que come de la mano del poder más oscuro que se recuerda. Bueno viejo, ¿nos vemos cuando haya que pelear de nuevo por evitar el descenso?
Hablar mal de Zapater en este momento suena a querer desviar la atención de los problemas profundos que tiene este equipo. Zapater es el menor de los males que tiene el Real Zaragoza
Otra vergüenza más de la cuadrilla de sinvergüenzas acólitos del poder