Los chicos ya han cumplido en el campo, para eso les pagan más o menos, menos o más puntualmente. Juan Ignacio Martínez ha vuelto a demostrar que vive el fútbol con un doble nudo en la garganta, y que su presencia en el Real Zaragoza está estrechamente ligada a la mínima exigencia de los últimos tiempos para ocupar puesto en el vestuario, en el banquillo y en los despachos. Se ganó al Las Palmas sin pasar control de calidad alguna, algo que el fútbol permite de vez en cuando, para continuar por ese camino que implica salvar la categoría para que se produzca la compraventa de la entidad. Todos más o menos han cumplido con su papel, incluida una afición que ratificó en el minuto 32 su desacuerdo con la gestión de los todavía actuales propietarios. Todos menos, por el comento, Fernando de Yarza, a quien se le espera antes de que caiga el telón del domingo con la elección de las dos supuestas ofertas que tienen los accionistas sobre la mesa.
El consejero aseguró en Cope Zaragoza que antes del final de semana habría fumata blanca con bandera mexicana o estadounidense ondeando en La Romareda. Que lo que afirmaba no era un farol, para, poco a poco, no disimular su preferencia por las barras y estrellas de un grupo de inversores que capitanea Juan Forcén, el otro minoritario. César Alierta, que con casi el 51% de los títulos en el bolsillo es quien ordena y manda, no ha hablado ni siquiera a través de sus delfines y sobrinos, Juan Uguet y Fernando Saiz de Varanda. Blanqueó la imagen de la Fundación, su heroicidad rescatadora y destacó la nobleza baturra y lazos familiares de todos los consejeros. «La venta del club es cuestión de horas», replicó en lo alto del campanario por el que también han llamado a misa Spain Football Capital, el bético Garrido y algún que otro satélite.
La inminencia ha deformado por completo su sentido en el seguidor zaragocista para convertirse en sinónimo de medias verdades, mentiras en toda regla y una acuciante espera no para conocer quién será el comprador o si es cierto que todo está atado, sino para que salgan del club todos y cada uno de los que durante ocho años han devaluado al Real Zaragoza y ahora lo exponen en el mercado como si fuera una baratija. Lo apremiante no es conocer nombres ni rostros ni promesas nuevas porque cualquier cosa será mejor que lo soportado. La gente espera a míster Yarza antes de que llegue el lunes para comprobar si le queda algo de palabra a este tahúr con todas las cartas de la baraja marcadas en el hemisferio norte.