El soldado raso JIM y su flor en la solapa

Los jugadores y la afición del Real Zaragoza celebraron el triunfo ante el Las Palmas, el sexto de la temporada, como si se trata de la consecución de un título. Son tan escasas las expectativas y tan numerosos los peligros que el ganar como sea es lo prioritario. Así lo entiende su entrenador, Juan Ignacio Martínez, quien para este encuentro realizó una serie de movimientos en el equipo con el objetivo de reducir a escombros al conjunto canario a través del modelo ultraconservador que le condujo el curso pasado a la milagrosa permanencia: la titularidad de Graus Junto a Petrovic en el doble pivote para adelantar a Eugeni como mensajero de Sabin Merino y dejar en las bandas a Bermejo y Narváez. El madrugador gol de Grau dio sentido al esfuerzo grupal y al desfile militar para someter a un rival incapaz de hallar una respuesta para elaborar dos pases seguidos, con Jesé y Viera encarcelados en un juego interior saturado por la presencia de furiosos futbolistas locales, en concreto los muy implicados Bermejo y Narváez.

Pero JIM no es un mariscal de campo, sino un soldado raso, un entrenador feliz en la trinchera que cuando ha de tomar decisiones capitales deja en evidencia su falta de galones. Había conseguido forjar una armadura tosca pero eficaz, marcar primero y poblar de dudas a un Las Palmas con serios problemas para superar la primera línea de presión. Con los laterales amonestados, el técnico prescindió de Gámez para repetir con Francés de lateral y Lluís López de central. Figura en los en todos los manuales de este Real Zaragoza que el canterano pierde mucha jerarquía lejos del eje y que el catalán es un dulce flan con dorsal de defensa. Pero Juan Ignacio Martínez repitió error porque no confía para nada en Ángel López y el conjunto de García Pimienta encontró el empate al aprovechar ese cambio de guardia en el que colaboró Cristian con un terrible despeje al centro que Maikel Mesa aprovechó. En ese fotograma, cómo no, apareció López rompiendo la línea de fuera de juego y calado para arrancar e intentar al menos taponar el disparo. Y Francés sumando su quinta amarilla, lo que le impedirá estar el próximo encuentro en El Moninón. El colmo del disparo por la culata del técnico.

Hasta ese instante, el encuentro, sin balón pero con posicionamientos escalonados y disciplina, se tenía más o menos controlado para que ocurriera lo mínimo posible. Desde el banquillo aragonés y no en el suyo, el Las Palmas encontró la motivación para irse a por la victoria y para traducir su abusiva posesión en algo productivo. Otro fallo monumental de Francho, relevo de Petrovic, permitió el robo de Jesé y que el delantero asistiera a Hernani a portería vacía para el 1-2. El portugués desenvolvió el regaló y se lo entregó a Cristian con un remate esperpéntico. El partido seguía abierto y los dos necesitaban el triunfo. Con Álvaro Giménez y Nano Mesa en el campo en lugar de un gris Sabin Merino y de un Eugeni fuera de forma, es decir a la desesperada una vez más, un córner al que acudió mal Raúl Fernández cayó a la zurda de Álvaro para romper con ocho jornadas sin victorias y permitir que el Real Zaragoza note cómo el aire le llega a los pulmones. Mientras, en la solapa de JIM luce la hermosa flor, la misma que la campaña pasada coloreó su trabajo, y que esta vez estuvo a punto de marchitar.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *