En la reunión para desvelar las tres preferencias de los grupos municipales sobre la ubicación de la futura Romareda, en la que la propuesta de PP, Cs, VOX y ZeC de que se edifique en los terrenos actuales ha tomado ventaja sobre Parking Norte y Valdespartera, las tres elegidas con la abstención de Podemos y PSOE, se ha percibido con meridiana nitidez que el proyecto queda en el aire de la financiación y que se ejecutará finalmente sobre suelo público. El debate ha transmitido el consenso general sobre la necesidad de la creación de un equipamiento deportivo con fines deportivos y culturales que amplíe la oferta de infraestructuras de la ciudad y el impacto económico, pero con la insistencia de la oposición de que se necesita saber de antemano, en el fondo y la forma, cómo se van asumir los gastos y qué modelo de estadio se pretende construir.
En este sentido, se ha solicitado que la nueva propiedad del Real Zaragoza comunique de qué manera quiere implicarse en el proyecto antes de establecer el emplazamiento. Víctor Serrano, consejero de Urbanismo y portavoz de Cs, ha comentado que para disponer de esa información es necesario que el grupo inversor «aterrice» en el club, algo que no ha ocurrido todavía pendiente de las condiciones suspensivas del acuerdo, la confirmación de la continuidad del equipo en Segunda y la autorización de la operación por parte del Consejo Superior de Deportes (CSD). Serrano ha comentado que se han tenido reuniones (con Raúl Sanllehí, futuro director general del club), puramente diplomáticas, sin entrar en mayores detalles. Es decir que se ha dado la bienvenida en el Ayuntamiento al representante de unos compradores que no aún no ha tomado tierra en la SAD…
La idea de equipo de Gobierno es que La Romareda que proponen se eleve sobre la base de la actual, lo que supondría el levantamiento de un nuevo estadio al 100%. A partir del 10 de mayo se iniciará un proceso de escucha para conocer la opinión ciudadana a todos los niveles además del zaragocista sobre la ubicación de un campo que ya tiene rostro pero cuyo cuerpo carece de esqueleto financiero. Descartada la opción de los beneficios siempre ambiguos de las recalificaciones de terrenos privados, se barajan una serie de fórmulas comunes como la implicación de las instituciones, en concreto del Gobierno de Aragón, y otras más inconcretas sobre la explotación del estadio. Todo pendiente de lo que vayan a aportar (o no) los nuevos dueños del Real Zaragoza. La casa, por el momento, sigue en el tejado de las buenas intenciones.