Su reputada fama de negociador y conocedor de las entrañas administrativas del fútbol son su incuestionable tarjeta de presentación. La elección de Raúl Sanllehí como director general y portavoz de la nueva propiedad fue abrazada por la opinión pública como una de las grandes decisiones para que el Real Zaragoza rompiera con las arcaicas inercias del pasado e iniciará un camino distinto, sustentado en la profesionalidad, la modernidad, la sensatez y algo más de capital. ¿El ascenso? Después de diez años de infame travesía por la tierra quemada de Segunda, quien más quien menos se ha vacunado contra las urgencias históricas: lo importante era tomar otro rumbo con ilusión para sembrar el regreso a la élite. Con Jorge Mas, sus socios y Sanllehí de la mano, sabiendo de antemano que representan un modelo de negocio en el que prima reflotar empresas hundidas en una simbiosis que persigue el beneficio común, el termómetro de la esperanza había subido unos cuantos grados.
Sin embargo, los días pasan y los motivos para esa moderada ilusión empiezan a entrar en cuarentena. Están pendientes la Junta General Extraordinaria, la campaña de abonados y sobre todo los fichajes, con la renovación de Francho como única novedad en la plantilla mientras se esperan las renovaciones de Francés y Azón. El mercado de la categoría tampoco da señales de muchos movimientos a estas alturas. Lo verdaderamente preocupante es que en su breve pero intensa estancia en el cargo, Raúl Sanllehí haya dado ya tres patinazos de consideración que demuestra que la reputación en el fútbol hay que actualizarla y rediseñarla en función del contexto en el que se trabaje. No es lo mismo aplicarse en el Barça y el Arsenal, donde los recursos suelen ser casi ilimitados y con un reparto muy concreto de tareas deportivas, que pilotar casi en solitario este Real Zaragoza tan vulnerable pese a su grandeza histórica. Aquí se impondrá «la sinergia» con otros clubs amigos y los posibles favores del Atlético, que parece haberse convertido en la nave nodriza de las cesiones deseadas.
El director general ha ratificado hoy que las limitaciones financieras serán parecidas a las del curso pasado. Es una mala noticia de ayer, porque se daba por hecho que los nuevos accionistas no van a rasgarse sus cuentas corrientes y menos las del fondo al que representan pese al paseo bajo palio de JOrge Mas por la capital aragonesa. Otro asunto bien distinto es que ofreciera un cargo a Luis Carlos Cuartero por considerar que es un gran zaragocista, que renovara a Torrecilla pese a su mediocre currículum en el conjunto aragonés y que insista en presentar al director deportivo como el yerno ideal de todas las madres. «El conocimiento de Miguel Torrecilla de la categoría es excelente, conoce el club por dentro, tenemos una visión muy parecida de la importancia de la cantera y ha demostrado un compromiso con el Real Zaragoza que está fuera de cualquier cuestión». Así lo ha definido. Ni justificando una estrategia personal tiene justificación semejante perfil del ejecutivo salmantino.
Un repaso de la gestión de Torrecilla en la mayoría de sus destinos sugiere que, como mucho, es uno más del montón. Lo que ha hecho en el equipo aragonés, con su excelsa precisión en la selección de goleadores y los portazos que dio a los canteranos, hacía que la puerta de salida se abriera sola. Y lo del compromiso y ese conocimiento en año y medio de la identidad del club… Se ha enrocado Sanllehí en su defensa, y peor aún, en elevarlo a las altares, lo que indica, sumado a las alabanzas sobre Cuartero, que ha tomado tierra con el tren de aterrizaje muy desinformado. Con un vestuario en el que apenas se prevén seis jugadores de fuera que deberán ser esencia de caviar para que el grupo adquiera un nivel competitivo notable y las operaciones de salida tostándose en el despacho de Torrecilla, el fondo del cuadro recuerda al de las últimas temporadas. Puestos a cambiar lo mínimo exigible, quizás Juan Ignacio Martínez también tendría que haber seguido. Él sí que sabía patinar en hielo ajeno.
Lo único que demuestra todo este teatrillo es que, primero, el director deportivo «se ha trabajado» a Sanllehí (lo cual ya dice mucho de las personas), segundo, que jim ha resultado ser el tonto de todo esto (creo que el uno era amigo del otro pero no al contrario) y, tercero, que las palabras de Yarza se verán bajo su justo prisma bien pronto, en cuanto se vea cómo le va al Sporting de Gijón
No se ,no se .
Pero no me está generando alegrias
Que nadie se escandalice con lo que voy a decir. Estos que han venido lo han hecho para ver que beneficios pueden sacar en un eslabón económico más de su cadena de clubes y negocios. Su idea es el día a día y los aficionados a soportar un año más transitando sin pena ni gloria por la segunda división, o lo que es lo mismo sufriendo la humillación. De futuro nada, yo al menos no lo veo. Porque es eso lo que llevamos sufriendo nueve temporadas consecutivas convirtiéndose el R. Zaragoza en el equipo más veterano de la categoría. Vergüenza y humillación, eso es lo que voy a sentir cuando me reencuentre con mis amigos de Vila- Real y me recuerden que jugaremos contra su filial. Ojala hubieran desaparecido al día siguiente del descenso. No se puede aguantar a tanto jeta y vividor.