El zaragocismo de nuevo cuño abriga a un equipo aún humilde

El zaragocismo se ha concentrado en sus más altas dosis este jueves en el corazón de la ciudad, en la Basílica del Pilar y en el Ayuntamiento. El zaragocismo de nuevo cuño, representado por la actual propiedad, y el de toda la vida, la afición que se ha acercado con admiración y fe en el futuro inmediato para saludar y fundirse con el séquito de Jorge Mas y con la plantilla y el cuerpo técnico del equipo. El espectáculo se ha representado sobre el manto de las emociones sinceras, con los seguidores estrechando la mano de un presidente próximo y dialogante, y con una sesión de selfies y autógrafos con el propio directivo y los futbolistas que han soleado una mañana nublada por las restricciones durante la pandemia.

Zaragocismo en vena, de alta costura y con el ascenso en boca de casi todos sin que se hayan establecido tiempos para acabar con diez años en Segunda. «El único objetivo es que el Zaragoza pueda volver a competir con los grandes y que la familia zaragocista se sienta orgullosa de su equipo», ha dicho Jorge Mas. Víctor Serrano, alcalde en funciones ante la ausencia vacacional de Jorge Azón, ha ido un poco más allá en su entusiasmo. «Tenemos que subir a Primera. Yo sé que es difícil, pero estoy absolutamente convencido de que esta va a ser la temporada en la que vamos a ver cumplidos muchos de los sueños zaragocistas». El consejero de Urbanismo, quien ha anunciado que habrá 200.000 euros más para la remodelación de La Romareda, ha agradecido que el fondo de inversión de multipropiedad haya reactivado la ilusión «como hace mucho tiempo que no se veía».

Serrano dice la verdad. La hinchada, tan maltratada por casi dos décadas de caída por el tobogán del infierno hasta consumirse en él, ha encontrado en el cambio accionarial un motivo para creer. Lo de la ilusión habría que cogerlo con hilos pese a la enorme manifestación de cariño de hoy previa a la Ofrenda. El zaragocista, no sólo por esta dura experiencia de diez años de humillación y desapego hacia su figura sino por su tradicional sentido crítico, ha encendido la llama de su generoso corazón, pero continúa expectante y vigilante para comprobar qué tipo de proyecto traen en sus manos Jorge Mas y su consejo de administración, presente al completo en la calurosa jornada (los consejeros Gustavo Serpa, Laurence Cook, Emilio Cruz, Juan Forcén, Mariano Aguilar y Cristina Llop y los inversores José Mas, Jim Miller y Jim Carpenter).

Por el momento, la información sobre el reparto de jerarquías es bastante ambigua, con el director general, Raúl Sanllehí, muy al frente de la mayoría de las operaciones. La comunicación con el abonado y el simpatizante se restringe a un constante goteo de píldoras en las redes sociales como conducto común de lo que sucede en materia deportiva. La campaña de abonados, las renovaciones de Francho y Azón y la presentación de las tres camisetas han sido revelados en Twitter, mientras que ninguno de los responsables del club ha aparecido en público para dar a conocer cuál es la ruta. Se aviva lo virtual pero se mantienen las distancias físicas y conceptuales.

La aparente riqueza de intenciones y la apuesta económica para atender las necesidades de la entidad contrastan con un equipo limitado hasta la médula para edificar una plantilla que ilusione al cien por cien. A falta de 13 días para el cierre del mercado estival, hay cuatro fichajes, Rebollo, Manu Molina, Giuliano y Mollejo, sin que se haya solucionado el principal foco de los problemas, la ausencia de gol. La lesión de Iván Azón, que tampoco estará frente al Levante, ha acentuado el sentimiento de orfandad de las maniobras de un grupo que no consigue que Torrecilla desaloje el vestuario de jugadores con nóminas altas y que espera realizar un par de incorporaciones más a través de las sinergias. El delantero referencial, sin embargo, cada día se asemeja más a Azón…

En esta fecha distinta en la cúpula del poder, con el regreso a la élite sobrevolando los discursos desde la basílica al consistorio, Zapater, capitán y personaje con los pies en la tierra, ha sentenciado en su charla con los medios. «Este es un proyecto a largo plazo. No viene aquí para un día (refiriéndose a la propiedad), lleva su proceso». Entre el aroma a incienso y ayudas divinas y el júbilo político, el Real Zaragoza que juega en el campo, a estas horas es un equipo humilde. Y ese zaragocismo que se ha reunido radiante en la plaza del Pilar lo sabe. En su calendario de ilusiones, el 1 de septiembre figura como fecha esencial.

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