Alta traición con Azón, Francho y el Real Zaragoza

El centrocampista y el delantero, dos de los grandes responsables de que Miguel Torrecilla y Juan Ignacio Martínez continúen con un puesto de trabajo en el Real Zaragoza, seguirán teniendo ficha del filial lo que resta de temporada. El club había filtrado con una intención de sibilina distracción que en breve se reuniría con el centrocampista y Francés para redactar un nuevo contrato y la consecuente mejora salarial de los aproximados 80.000 euros que reciben. Lo de los dorsales se paraliza definitivamente y ese encuentro con los internacionales sub 21 queda en el aire. Según el director deportivo, lo que había en caja se ha gastado en los tres fichajes invernales, sobre todo en la adquisición de Sabin Merino, más la renovación de Lasure. Por lo tanto, los canteranos, que han demostrado una actitud ejemplar en todo momento cuando se les ha planteado sus respectivas situaciones, han sido víctimas de un acto de alta traición. «Es un tema del club, que me pidió bajarme la ficha al filial por circunstancias económicas para traer a más compañeros. Evidentemente dije que sí y espero llevar el dorsal 14 pronto, pero si no puede ser estaré encantado de seguir con el 27, pero claro que me gustaría llevar ese», dijo Francho.

Torrecilla, en el tema de los dorsales (100.000 euros por cada inscripción), comentó para cubrirse las espaldas que la entidad está por encima de todo. Y él, por lo visto, por encima de una entidad con la que, paradojas, sólo tiene vinculación hasta el 30 de junio. El desplante del director deportivo no va a afectar al rendimiento de Francho ni de Azón, cuya profesionalidad y compromiso con el Real Zaragoza es algo consanguíneo, pero jugar al ratón y al ratón con los futbolistas sabiendo de antemano el final del cuento, resulta de una bajeza incalificable. El ejecutivo ha antepuesto la adquisición de tres jugadores en propiedad que llegan de ninguna parte, en el caso de Merino con 30 años, ningún aval goleador y tres años y medio de contrato en una apuesta a la desesperada y sin ninguna garantía de éxito. Y ha aparcado los casos de Francho y Azón como quien baja al sótano dos trapos inservibles.

Lo que parece una decisión de empresa, razonable en otro contexto y en otro escenario muy distinto a este Real Zaragoza demencial de norte a sur, supone otro movimiento en falso de un profesional sin crédito alguno, como el 90% por ciento de los que conforman ahora mismo el club en todas sus áreas y que encabeza Luis Carlos Cuartero desde la viciada invisibilidad pública. Precisamente en este ecosistema, lo más honesto y seguramente productivo hubiese sido contentar al trabajador que te lo a todo por el simple hecho de llevar el escudo del Real Zaragoza en el pecho que salir a buscar a desconocidos cuyo currículum no mejora y cuya vinculación con la institución, también traicionada por estas operaciones, es de meros asalariados en otro destino más de sus grises carreras. En ocasiones en las que no sea evidente un salto cualitativo importante, y esta es una de ellas,  el negocio está en valorar lo propio y plasmarlo. Pero Torrecilla, en un brindis ya incuestionable con JIM, mira por sus muy particulares intereses.

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