Borja Iglesias, el futbolista humano

Es cierto que ya no pertenece al Real Zaragoza y que hace años que voló primero al Espanyol y después hacia el clima más cálido del Betis, donde después de una compleja adaptación y una profunda mirada a su interior en la que viajó con los faroles de Patricia Ramírez, su psicóloga de cámara desde su etapa en el equipo aragonés, y de Pellegrini, un entrenador que sabe tocar las fibras de la motivación, se ha conocido mejor como persona y deportista y lo ha proyectado en su vida: campeón de Copa y reclamado por Luis Enrique para la selección española a las puertas del Mundial de Catar. Sólo jugó un año en La Romareda, una temporada de estupendo goleador sin ascenso, pero en todas sus referencias al club aragonés se escucha la voz de la sinceridad, del cariño, de ese vínculo verdadero con esta afición y esta ciudad. En un universo donde las estrellas se iluminan por lo general a sí mismas con brillos egoístas, creyéndose y exigiéndose extraterrestres que apenas ponen los pies en la tierra si no es para recibir elogios o millones de euros, Borja Iglesias ha triunfado a sus 29 años sobre todo por su humanidad, por besarse el escudo de la humildad y disfrutar allí donde le toque estar con la profesionalidad y el apego que corresponde.

No hay un solo gesto o palabra impostados en este jugador que se ha hecho a sí mismo escuchando, aceptando la información que le ha sido útil sin observar su procedencia. En ese trayecto jamás ha perdido la sonrisa, su afán por progresar con un espíritu de alumno que le acompañará hasta el final. El Panda. «En realidad el apodo es para un grupo, para el Celta B, pero terminé quedándome con él y algo que me gusta porque es un homenaje a mis compañeros de equipo. Panda es un tema de un rapero neoyorquino, Desiigner, que era como el himno de ese equipo, el filial del Celta. La canción sonaba antes de cada partido. Y de esa canción viene el apodo. Pero como digo me gusta, porque me hace tener siempre presente a ese grupo de amigos y jugadores del Celta B», aseguró en una entrevista. Tiene el delantero memoria, sensibilidad y corteza de competidor no sólo en los partidos, sino en esa fase previa que tuvo que afrontar con el peso de los 28 millones que pagó el Betis por su fichaje y que se tradujeron en tan sólo tres goles y muchas dudas del entorno sobre su rendimiento en su primer año en Heliópolis. Superó el estrés, se refugió sin encerrarse para dejarse mecer por la inteligencia. De ese túnel salió con goles, el mejor pasaporte posible y junto a Joaquín, su pareja de Tik Tok, y con la complicidad de sus amigos Rubial y Loren se ha convertido en el gran ídolo del beticismo.

El mejor Borja Iglesias regresa a La Romareda vestido de rojo pasión, que aún le rinde culto no sólo por aquellos 22 tantos que marcó en su debut profesional sino también y, no en menor medida, porque sin ser embajador de este club siempre ha demostrado que lo lleva en el corazón con gestos de una naturaleza limpia, con una perfecto manejo del lenguaje y de la correcta interactuación de las sibilinas redes sociales, atento a un teléfono que descuelga amable para todo aquel que se lo pida. No hay nada extraordinario en lo banal en este extraordinario deportista que en estos momentos es el segundo realizador de la Liga con seis dianas, a dos de Lewandowski. Con el tiempo, el trabajo y la paciencia, El Panda ha evolucionado con espectacularidad hacia la voracidad controlada y barnizada de detalles técnicos superiores. Mañana, el zaragocismo vibrará con la selección en su partido con Suiza, pero estará especialmente alerta para devolver su admiración y respeto a Borja Iglesias cuando pise el césped donde comenzó a sembrar su leyenda de hombre cabal, de chico que viaja en una estrella que él se ha construido con materiales sin ningún tipo de artificio.

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