Calabaza o carroza

A la medianoche hora peninsular, el Real Zaragoza regresará al campo para reanudar la segunda parte del primer encuentro de Liga que le enfrentará al Las Palmas (23.00). Metido ya en el domingo, habrá descubierto cuál en su personalidad actual, un estilo agresivo que por ahora se halla en periodo de pruebas por falta de ritmo para concretar todos los automatismos que exige un plan de maximo riesgo y porque necesita adquirir piezas importantes en un mercado que permanece abierto. El conjunto aragonés, que estrena propiedad y entrenador pero en cuya plantilla pasean todavía demasiados inquilinos del pasado, algunos de ellos puestos en el escaparate pero con quienes habrá que contar frente a las estrecheces económicas habituales y la imposibiliddad de buscarles destino, es un auténtico misterio. Se han visto detalles made in Carcedo, interesantes y novedosos pero insuficientes para armar un equipo que pretenda volar alto en la competición.

No se ha resuelto aún cuestiones principales, entre ellas la del gol. Iván Azón es el único dotado para esa suerte y en la pretemporada ha mostrado una versión muy mejorada, tanto que quien venga tendrá que discutirle la titularidad. Esta cita, sin embargo, el canterano la verá desde el sofá de su casa por un golpe en la rodilla que le ha impedido trabajar con el grupo durante toda la semana. Y no tiene relevo natural. Todo apunta a que Narváez, un híbrido ofensivo que estaba en la puerta de salida por su pobre rendimiento el curso pasado, ocupará esa posición referencial en ataque. El resto del once, una vez que Molina y Giuliano, al igual que Francho, ya han sido inscritos tras liquidar la deuda histórica con Hacienda sin que signifique una rebaja del techo salarial, se construye solo: la defensa de JIM, Cristian, Gámez, Francés Jair y Chavarría, no admite siquiera discusión, mientras que en el centro del campo, Manu Molina, Grau y Bermejo parecen también intocables, con una plaza que deberán sortearse Vada y Francho mientras que la izquierda será cosa de Mollejo.

La pinta del equipo es muy guerrera, de cierta amplitud física pese a lo temprano de la competición. Espíritu y ganas hay, y en la medular orbitan futbolistas con criterio. Ese formato compacto de presiones alternas y variadas para envíar desde el principio el mensaje de quién quiere dominar la posesión a través del robo, pide mucho más tiempo y trabajo para maniobrar con otros argumentos en el caso de que el enemigo salte líneas. El Las Palmas es una buena piedra de toque para comprobar la fiabilidad estratégica del método de Carcedo, edificado sobre el mayor protagonismo posible. El equipo de García Pimienta, que jugó y perdió el playoff de ascenso ante el Tenerife, conserva su columna vertebral y su fútbol, mezcla de la siempre elegante escuela canaria y de las pinceladas Barça que su entrenador ha inoculado en los canarios de su etapa en el club azulgrana. El balón se va a discutir por lo tanto a lo grande, sin tregua: unos, el Real Zaragoza, para reducir espacios y aproximar el peligro al área; el otro, Las Palmas, para avanzar sobre el adorno y estirar el contragolpe coral.

A ambos les falta artillería, lo que condicionará sin duda el encuentro y lo trasladará a un pulso entre el tambor aragonés, pura constancia, y el estandarte individual que lidera Jonathan Viera, a quien este año se ha sumado Vitolo aunque arrastra molestias y no será de la partida. Pasada la medianoche, el Real Zaragoza descubrirá, sin sacar juicios sumarísimos aún, si el vehículo de Carcedo está más cerca de convertirse en el futuro en carroza o en calabaza.

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