Christian Lapetra o Pepe Botella

Cada vez que se pone delante de un micrófono baja el pan y sube la Fundación a los altares. No se recuerda en la historia del Real Zaragoza un presidente tan decorativo, sumiso y antipático para la afición. Además con ese puntito elevado de soberbia de quien se sabe elegido sin más méritos que la gracia de su apellido y quiere dejar un legado por sí mismo que le libere de los complejos de Napoleón de Hacendado. Una vez más volvió a hablar y una vez más provocó la ira de las masas. Junto a sus mecenas y salvadores cumple ocho temporadas consecutivas en Segunda, un récord sin parangón en ese cargo y sólo superado en el tiempo por las diez de José Ángel Zalba y Alfonso Soláns Solans, con la diferencia sustancial de que ambos dirigieron el club nueve años en Primera. En ese trono nada honroso, Lapetra muestra el talante de virrey de un imperio ultramarino cuando es un simple funcionario de tierra adentro, un oficinista bien pagado que hace de interlocutor con la prensa.

Justificó los silencios de sus superiores, el de la reflexión por el desastroso curso pasado (fue el único club de la categoría que no hizo un análisis público) y el de la compraventa, episodio lamentable que se gestionó sin el más mínimo gesto informativo hacia una masa social desorientada por las filtraciones sobre un comprador que resultó ficticio y que prometía el Nirvana. Cuestionado sobre el injusto reparto televisivo establecido por un Real Decreto y que afecta al Real Zaragoza y por el perjuicio que provoca que la competición no se detenga cuando hay ventanas de partidos internacionales, mostró una indignación impostada y tuvo la desfachatez de asegurar que cuando suceden estos agravios comparativos, levanta el teléfono porque, como miembro de la junta directiva de la Federación Española de Fútbol, tiene hilo directo con los principales organismos del fútbol. El caso que le hacen salta a la vista.

Con el consentimiento de la Fundación, Christian Lapetra seguirá en ese puesto vitalicio que le concedieron sin fecha de caducidad «los salvadores», labor mesiánica de la propiedad que se encarga siempre de subrayar mientras la institución pierde pujanza en todos los ámbitos. El Real Zaragoza está representado ahora mismo por el sosías de Pepe Botella para bochorno de un club y una afición gobernados por el invasor .

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