Azcón y Chueca atendieron la necesidad de una nueva Romareda buscando también un rédito político con la alianza con una propiedad que desatiende sus compromisos con el estadio y con la parcela deportiva
La ola de enojo y decepción está creciendo por horas contra una propiedad que ha incumplido sus promesas desde que se hizo con la mayoría de las acciones del Real Zaragoza. La afición ha entrado en combustión esta temporada contra los personajes que gestionan el club porque de considerarlo la joya de la corona de sus sinergias y franquicias lo tienen último en Segunda, estrenando el tercer entrenador a las puertas de la undécima jornada y bajo el riesgo más real que nunca de acabar desterrado del fútbol profesional. Jorge Mas, Mariano Aguilar, Fernando López y Juan Forcén ocupan la diana de los culpables directos. El presidente por su desidia en la distancia, el consejero por sus múltiples y torpes maniobras como embajador de Gil Marín, el director general por sus continuas bufonadas para negar la influencia atlética en el negocio y el empresario aragonés por haber sido el responsable de este desembarco que beneficia muy directamente sus intereses, objetivo que persiguió antes a la sombra de Mariano Casasnovas y la Fundación 2032.
La atmósfera que se respira es cada vez más insostenible y se están gestando algunos movimientos populares de protestas para que quede constancia el alto grado de preocupación y desacuerdo, y también para solicitar una representación más profesional y comprometida que la actual. La SAD escuchará ese legítimo ruido, pero lo más probable es que haga oídos sordos porque el cortijo es suyo y, además, porque por encima de la sensibilidad contemplan el lucro. Muy pocos, sin embargo, apuntan a la existencia de otros responsables de esta compleja tesitura que comienza a ganar protagonismo en el tejido social de la ciudad y de la Comunidad. A los dueños se les puso alfombra roja en su llegada con las reticencias de Javier Lambán desde el Pignatelli, pero con Jorge Azcón y Natalia Chueca ejerciendo de paladines de una Nueva Romareda como incuestionable necesidad de la infraestructura y, sin disimulo, del rédito político que podría suponer y supuso para su partido. En una reciente comparecencia del presidente y la alcaldesa, defendieron a capa y espada la construcción del campo y manifestaron que los problemas del Real Zaragoza no afectarán al proyecto ni a la cita mundialista.
Ambos se refugiaron en el ladrillo y en un cita planetaria con poco impacto real como sede frente a la posibilidad de que les salpique el incierto destino del club, pero no pueden escapar a su contribución en una alianza de poderes que, en el fondo, ha desplazado al institucional a comparsa del fondo de inversión que Azcón bendijo de la mano de su buen amigo Forcén. El Real Zaragoza, como integrante de la sociedad mixta Nueva Romareda, está pendiente de realizar el plazo de su pago de 10 millones de euros en 2025 después de que incumpliera con el primero de 6,8 que obligó a un redactar un nuevo calendario. Todo indica que, a dos meses de que expire el año, la intención es ejecutar una capitalización de deuda para evitar el pago en efectivo y aumentar el capital social. Esa maniobra financiera no hace especialmente felices a los populares, que ya han admitido concesiones como responsabilizarse de la edificación de La Nueva Romarada con una mayor aportación de dinero público frente la desbandada económica de la propiedad en cuanto que iba a formar parte principal de la inversión. Pese a todo, hoy en día mantiene una explotación comercial de 75 años…
Jorge Azcón y Natalia Chueca se han encontrado un escenario imprevisto y muy incómodo que los sitúa en fuera de juego, como marionetas de una trama perversa pero muy bien estudiada. Necesitados de un impacto que diera alas a sus ambiciones de gobierno, pactaron con el diablo sin pedirle credenciales. La misma fuerza que utilizaron para ganarse al zaragocismo se ha vuelto en su contra. El fútbol no transige con los resultados, y en el pozo de la clasificación nadie escapa al lodo. Si el presidente del Gobierno y la alcaldesa no intervienen lo antes posible exigiendo a la propiedad que se ponga a la altura que corresponde para salvar al equipo del descenso, los dardos van a ir en su búsqueda sin piedad porque con la institución del Real Zaragoza, como fenómeno histórico y emocional, no se juega.


En todos los Códigos Penales de los países civilizados, se distinguen un distinto grado de participación criminal en los hechos que son enjuiciados. Existe la autoria, la coautoria, la colaboración necesaria en el ilícito penal, la complicidad y el encubrimiento.
De estallar la bomba nuclear del descenso sobre los cielos de Zaragoza.
Estos representantes de la política partitocratica zaragozano y aragonesa habrán de asumir sus responsabilidades en calidad, no de cómplices, sino de coautores.
Advierto, que los otros de la alternancia política, como aquel famoso Bandres, también hizo lo que pudo para el desastre que se nos avecina
Así fue. Esto lo comenzó Marcelino y Bandrés (aun recordamossu sueldo como Presidente del Club), de un bando. Y ahora, Azcón y Chueca, del otro bando. La injerencia política ha sido y es totalmente demostrable. La sociedad zaragozana que sea zaragocista debería tomar nota en las urnas. Pero lo dudo. Y lo de Forcén ya es el máximo escándalo.