Cristian bajo su sombra

Detuvo convoys de ocasiones de todos los colores y se convirtió en el jugador más decisivo en el largo y sinuoso viaje por Segunda. Sus intervenciones ganaron corazones, fanáticos para toda la vida, puntos para empates o victorias, titulares de prensa, solicitudes de beatificación y cascadas de elogios. Su estrategia de aparente despreocupación frente al peligro también ocupó alabanzas… Hasta que un día, agotados todos los signos de admiración hacia su figura, subió a rematar un córner en Lugo y marcó para evitar la derrota, para seguir luchando por la salvación. Los niños querían ser Cristian Álvarez. El aura, el estado de forma, la experiencia, su personalidad conciliadora, reflexiva, amable y austera consigo mismo. Todo confluyó para que el rosarino hallara en el Real Zaragoza su paraíso profesional. Pero, a todo portero, le ha visitado su sombra esta temporada.

Es casi imposible que un guardameta se mantenga en la cumbre tanto tiempo. Lo grave es que el argentino la ha abandonado, a la espera de que regrese lo antes posible, emparejado a la crisis del equipo. Está en su peor momento en parte porque en no pocas ocasiones su defensa le ha dejado en la intemperie y también por una serie de errores o dudas de exclusiva responsabilidad. Los balones aéreos cruzados le provocan urticaria. Siempre ha preferido los duelos frontales, los duelos al sol aun desarmado. En Anduva, los dos goles del Mirandés le cogen a contrapié, muy desubicado en centros laterales que Marqués cazó de cabeza con la complicidad de toda la retaguardia zaragocista. En una mala salida, palmeó el aire en un saque de esquina y el balón acabó en el larguero tras testarazo de Brugué…

Cristian está sufriendo y no elige bien. En el clamoroso fallo de Nieto ante el Leganés con una cesión atrás muy corta, el lateral quedó retratado al cien por cien. Sin embargo, cuando el arquero arranca para corregir lo posible el error de su compañero, no lo hace con la contundencia y el aprovechamiento del cuerpo necesarios, pecando de una pizca de suficiencia para interponerse en la carrera de Randjelović. Lo consigue en el arrastre por bajo pero su rechace rebota en el serbio y entra. No comete el crimen pero está en el lugar de los hechos.

Su salida a destiempo en Almería para confundir a un Francés que tenía ganada la posición a Sadiq fue una pésima decisión. El central se destensó en el despeje y la pelota quedó a merced del nigeriano a portería vacía en lo que supuso el principio del fin del partido en los Juegos del Mediterráneo. Frente al Tenerife en el Municipal, en el frentazo de Mollejo que supuso el 0-2, Cristian acude con poca fe en el vuelo y fe y la mano muy blanda después de que Chavarría dejara desnuda su espalda en el remate del delantero. Álvarez ha salido de casa y se necesita que vuelva cuanto antes para desactivar al menos esa alarma. En el Real Zaragoza, para bien o para mal, su sombra es demasiado alargada.

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