¿De verdad que ha mejorado el Real Zaragoza con JIM?

Mira que somos malos los periodistas. Va a tener razón el señor Cristian Lapetra que llevamos el alma ulcerada y nos desayunamos con lejía. A quien se le ocurre insinuar que esta plantilla es peor que la de la temporada pasada, que se ha devaluado con los años, que va camino de la perdición y que apenas ha jugado al fútbol un cuarto de hora en 19 jornadas. Qué poco apoyamos al club para hacer piña colada a gusto de la directiva y qué lejos estamos de ese zaragocismo que el poder abandera como suyo cuando se siente señalado. Somos unos irrespetuosos, unos irreverentes. Somos profesionales, y eso a los amateur les duele. Y no siempre nos plegamos al rigor. En ocasiones, como en el empate de Cartagena, bajamos el listón por caridad o por agotamiento y vemos un equipo en el que se empieza a notar la mano de JIM. Yo diría que lo que se apreció fue el cabezazo de Azón, la majestuosa carrera de Francho a lo Sebastian Coe en el tanto anulado a Narváez y una parada made in Cristian. El nuevo entrenador ha traído, es cierto, un discurso distinto y con su talante positivo y conciliador, el vestuario es una balsa de aceite que tarde o temprano arderá a le menor chispa. ¿Qué más? En el campo arrastra los mismos defectos que intentaron corregir sus predecesores: falta de gol, languidez centrocampista y una defensa que a balón parado se paraliza. No perdió de nuevo en este desplazamiento porque un chico de 18 años lo impidió, y si es cierto que dispuso de oportunidades fue por las manos espasmódicas y aceitadas de Marc Martinez. Su actuación, en general, resultó tan mediocre como casi siempre, cediendo el balón a un adversario de su nivel a la espera de un error. Eguaras, Zanimacchia, Nieto y Chavarría destacaron por sus imprecisiones, pero el MVP del espanto se lo llevó el Toro Fernández, la apuesta personal de JIM, quien por cierto abandonó con desidia la marca defensiva de Andújar en la diana de los albinegros.

 
 

De la última alineación en Gijón de Iván Martínez, con quien se logró el triunfo mejor trabajado, ante el Fuenlababrada, en Cartagena tan solo había dos variaciones, Zanimacchia por Raí y El Toro por Iván Azón. El sistema era el mismo. El Real Zararagoza es un calco a cada partido que solo puede mejorar puntualmente hasta que se le acaba el físico, que no es mucho. Saltó el primer escolló de la Copa en la prórroga y con los canteranos de protagonistas absolutos, y al Lugo se le derrotó por aplastamiento. Juan Ignacio Martínez lo tiene tan crudo como antes Baraja y Martínez porque esa plantilla que ve suficiente para la salvación, no lo es. Así que aparquemos los eufemismos y los espejismos de un conjunto que ha ganado en implicación, homogeneidad y… bla, bla, bla. Y recuperemos esa joya que dejó Lapetra al final de la Junta General de Accionistas sobre que club sobrevivirá en caso de descenso. Ese mensaje no se ha analizado con detenimiento. Implica, en primer lugar, que está en la hoja de ruta, una dirección insultante para el aficionado y para la institución, pero no así para la Fundación 2032, previsora porque sus intenciones no son las de reforzar como merece el equipo en el mercado de invierno. Y que a nadie le extrañe que El Toro vuelva a ser de la partida frente al Logroñés.

 

El Real Zaragoza no tiene quien le escriba. Bueno, los periodistas del demonio, los deconsiderados con la sensibilidad de los futbolistas según Lapetra, presidente todo corazón y afectividad desde que hiciera popular aquel ¡»A callar y a pagar!» dirigiéndose a los abonados desde el palco. ¿Y dónde está Luis Blasco, el íntimo de Alierta, el amigo de Florentino, el hombre que pidió a su llegada, original, más dinero público y un campo para explotarlo durante 75 años? ¿Y el gurú financiero Juan Uguet de Resayre? Con su nombramiento de consejeros se esperaba algún tipo de salto cualitativo, de mínimo giro hacia la modernidad… La manos de JIM y la de Torrecilla se tendrán que notar para pedir fichajes. Por el momento, ni una limosna.

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