Del éxito o el fracaso de la manifestación

El tejido de las manifestaciones populares contra las directivas cambió el mismo día que se activaron en el fútbol las Sociedades Anónimas Deportivas. Al concentrarse la propiedad en acciones y en personajes por lo general con la mayoría de los títulos en sus carteras, la afición, siendo todavía un pilar importante como alimento económico de los clubes, perdió su influencia en las decisiones de las entidades. Toda su fuerza se concentró en la parcela emocional como elemento fundamental en el apoyo a los equipos, pero expulsada por completo de las cúpulas del poder. En el caso del Real Zaragoza, esa pérdida de pujanza se ha acentuado por administraciones funestas y por el ninguneo y falta de respeto con que han tratado a la hinchada, sometida a caprichos personales y a políticas despóticas.

Una vez más, la masa social se ha activado para expresar su enfado por un contexto deportivo preocupante y una forma de gestionar el Real Zaragoza que consideran, y así es, impropia de una institución que va a la deriva con una forma de actuar que delata una ausencia total de proyecto y de profesionalidad donde imperan los intereses personales. Mañana se cumplirán diez años de la gran concentración para pedir que Agapito Iglesias se fuera. Ahora se busca fecha, posiblemente el día 22, para exigir a los miembros de la Fundación Zaragoza 2032 que tomen el mismo camino. Esa protesta es muy necesaria como altavoz de un lamento, de una reivindicación justa que pretende exponer públicamente cómo se está destruyendo al Real Zaragoza, una auténtica ruina que el seguidor viene observando con impotencia y dolor.

¿Qué efectividad tendrá la iniciativa? Desde luego el objetivo ha de ser que el ruido incomode lo suficiente para acelerar un cambio, pero mientras la SDA esté en manos de sus dueños, serán ellos quienes decidan el cómo y el cuándo. El sentido de la manifestación está en el fondo, pero la clave de su éxito como demanda se focaliza en las formas, siempre, sin duda, dentro de un marco de innegociable civismo. Pancartas, cánticos, gritos… ¿Y una pañolada sugerida por la Federación de Peñas? Esas herramientas siguen siendo útiles, pero además de un consenso sin fisuras, de una participación intensa en número y en buenas intenciones, esta batalla exige otro tipo de armamento mucho más contundente. De acciones rotundas fuera pero también dentro del estadio Municipal.

En este proceso de elaboración de la queja que se ha extendido por las redes sociales, la imaginación debería estar enfocada hacia la mayor contundencia posible para que la concentración no finalice como una ceremonia previa al partido frente al Valladolid. La resonancia tiene que alcanzar mucho más allá de las fronteras del zaragocismo y de Zaragoza, y eso no se conseguirá con pañuelos blancos en la trinchera anónima del minuto 32 ni con carteles dibujados aun con todo el corazón. El escenario exige más sacrificios, también de los medios de comunicación como cordón umbilical, otras liturgias que avergüencen al enemigo, dejándole solo frente a su ignominia. No se van a ir, no, pero mientras dure su gobierno caótico, La Romareda sólo se entiende vacía o a pleno pulmón de recriminaciones del primer al último minuto de todos los encuentros hasta final de temporada o del ciclo de los salvadores. ¿Y el apoyo al equipo? Es el precio y el riesgo que hay que pagar con el fin de recuperar al verdadero Real Zaragoza. Si no, la afición seguirá al margen por mucha nobleza y valor que imprima desde la calle donde fue desterrada.

02 comments on “Del éxito o el fracaso de la manifestación

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    Tenían que hacerlo en un partido con GOLTV y que se vea a nivel nacional la Romareda vacía durante 10 minutos

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