El Real Zaragoza disponía de cinco puntos de ventaja con el tercero la temporada pasada en la jornada 35 y no logró el ascenso directo. En la actual, en la misma fecha tiene idéntica diferencia a su favor con el descenso
El subidón provocado por los triunfos consecutivos frente a Fuenlabrada y Almería disparó al Real Zaragoza hacia un purgatorio con catering y un cierto margen para saborearlo. Se habían dejado pasar dos oportunidades esenciales contra Logroñés y Cartagena, pero el encadenamiento de esos seis puntos –de mucho prestigio ante los andaluces–, acentuó el optimismo hacia una permanencia próxima, casi a la vuelta de la esquina. La salvación sigue estando al alcance de un par de victorias y quizás uno o dos puntos más de bonus por si se produce una reacción en masa de los de abajo, pero la derrota en Gerona y un calendario inquietante por llegar han aplazado cualquier tipo de relajación.
A falta de siete jornadas, al igual que ahora, el Real Zaragoza de Víctor Fernández contaba con cinco puntos de distancia con el tercero, lo que le convertía en serio aspirante al ascenso directo. Ya venía tocado de una pésima gestión del confinamiento que se evidenció cayendo en casa contra el Alcorcón y el Almería. El desplome físico, competitivo, táctico y de rendimiento colectivo alcanzó su cénit con un rosario de pésimos resultados concentrados en La Romareda, donde Huesca, Rayo y Oviedo, sobre todo estos dos últimos trituraron al equipo aragonés. También se perdió en Gerona y en Albacete, en el Carlos Belmonte aplastados por completo. Por medio un empate en Tenerife, un punto de 18. La victoria frente a la Ponferradina, sin posibilidad de fallar, permitió al menos conservar el playoff.
Hubo congresos para descubrir el porqué y se recurrió a lo fácil: el efecto de la pandemia al dejar La Romareda vacía de almas, la ausencia de un Luis Suárez que ese tramo había sido casi intrascendente, una falta de Pulido a Puado… Nadie tuvo que en cuenta que el Real Zaragoza, hasta ese momento del eclipse, había logrado la mayor parte de su botín con los equipos menores, aprovechándose además de su regularidad y de los graves errores de los clubes que luchaban también por la vía directa a Primera. En cualquier caso se dilapidó un tesoro en siete partidos que podría cambiado el futuro del club.
Mañana viene el Sporting con seis partidos más por delante tras el de los asturianos. La situación es radicalmente opuesta. El Real Zaragoza de la temporada pasada tenía una plantilla infinitamente superior y su objetivo, aún latente, era la vuelta a la élite. Sin embargo sí es coincidente en cuanto a esos cinco puntos de colchón que disponía con sus perseguidores. El mensaje que llega desde aquella ultratumba que dejó caer su lápida contra el Elche resulta igual de alarmante. Una información de la que debería sacar el mejor provecho posible para no dejarse llevar y para imprimir responsabilidad y competitividad más allá de lamentaciones, dudas o temores. Cinco puntos no son nada o un mundo según se administren en este purgatorio muy poco fiable.