El Huesca escapa de la celda de castigo

Seis meses después, 22 jornadas después, la SD Huesca ha conseguido escapar de la celda de castigo de la clasificación, un abismo donde llegó a perder de vista la salvación y casi la esperanza hasta que llegó Pacheta con su biblia y tres centrales bajo el brazo. Ha salido del descenso con su segunda victoria consecutiva (3-1), esta vez contra el Elche, un rival directo al que supera y deje malherido. Los mastines del descenso aún siguen su huella, pero desde hace tiempo corre sin cadenas en los pies ni en la cabeza, sin dejarse intimidar por los resultados, con caparazón de equipo muy seguro de sí mismo. Esa firmeza le sirvió para derrotar a un adversario gripado, sin capacidad de respuesta ni pegada. Dos equipos como la noche y el día, con los rayos del sol posándose en un conjunto oscense que volvió a encontrar a Rafa Mir en el papel de ejecutor por partida doble –ya llevo doce goles– y a un Sandro que en la hora que estuvo sobre el césped se empleó con furia para atacar y con un espíritu defensivo totalmente novedoso en su currículum.

El partido comenzó loco. Mir marcó de cabeza, una vez más con Ferrerio de asistente fiel, y mientras el Huesca lo celebraba en el parque infantil, el Elche salió como una bala por la derecha hasta forzar un despeje de Vavro en dirección a la portería de Andrés Fernández. Las bisagras de la cintura del esloveno chirriaron al intentar perfilarse para el despeje, muy propio de los centrales grandotes en situaciones apuradas. El empate no afecto en nada al guión de los altoaragoneses, que hace tiempo que juegan de carrerilla. La defensa ilicitata y Edgar Badía, que se había lucido frente al cañón de Sandro, allanaron el camino con una mala entrega a la que el propio Sandro puso veneno y el portero unos guantes de algodón. Ese doble error dejó colgado en un pared vertical y sin posibilidad de rescate anímico al Elche.

El esfuerzo colectivo, una impecable actitud colectiva y un paso atrás resultaron suficiente aval para defender la ventaja sin aspavientos ni angustias. Una mano de Mojica dentro del área permitió a Mir poner la guinda de penalti sobre un triunfo que permite al Huesca seguir huyendo, pero en esta ocasión a campo abierto, sin los fantasmas que, quieras o no, comparten espacio en el fondo de cualquier mazmorra.

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