Fernando Soriano: «En Zaragoza y Almería, en el fútbol, fui un afortunado»

Este domingo, Real Zaragoza y Almería cruzan sus caminos con dos objetivos bien diferentes: evitar el descenso y seguir en la lucha por al ascenso directo. Cada vez que se enfrentan, Fernando Soriano es reclamado desde las dos orillas porque nadie como él conoce la singularidad de ambos clubes y su presente, ya que como director deportivo del Ibiza su actualización e información de todo el tejido futbolístico ha de ser puntual. Brotó en la Ciudad Deportiva y dejó un poso importante en la primera plantilla, pero floreció junto al Mediterráneo. «Soñaba con ser futbolista pero sabía que tenía unas condiciones muy normalitas. A base de trabajar, de compromiso, de ser una persona que siempre intenta sumar, he hecho mi carrerilla. Me siento muy afortunado», explica el exjugador en un autorretrato que necesita matizaciones.

Tiene razón cuando se define frente al espejo de la sinceridad, una de sus grandes virtudes, pero que no tuviera la luz deslumbrante de otros no le resta el más mínimo brillo profesional, timbrado con títulos y, sobre todo, con su especialidad, los ascensos. En la fragua de la cantera zaragocista —«allí adquirí los grandes valores»— se forjó a fuego lento, sin que hubiera una confianza desmedida en sus facultades. Tuvo que salir cedido hacia Huelva, donde consiguió subir a Primera con el Decano la misma temporada que el Real Zaragoza descendía. Paco Flores le invitó a quedarse a su lado. «Sentado en una mesa en las antiguas oficinas con Pardeza, el director general, Jerónimo Suárez, y mi padre tenía dudas sobre volver, pero Paco me dijo que con él iba a ser uno más, que le daba igual lo que le dijeran los demás. Era un técnico que no dejaba que se metieran en su parcela». Intocable en la alineación, solo César Láinez disputó más minutos que él en una campaña que finalizó con el regreso a Primera.

Su figura de jugador hecho a sí mismo se instaló en el cariño de la afición, pero la despedida de Flores y la llegada de Víctor Muñoz le relegaron a un segundo plano relativo. Mientras en la Liga perdió casi todo su peso en el equipo, en la Copa tuvo una trascendencia fundamental hasta las semifinales. Allí estuvo Soriano, en Miranda de Ebro, en una primera ronda agónica que se se abrió con un gol suyo y resolvió en los minutos finales con un penalti detenido por Láinez y un tanto en propia meta de los burgaleses. Aún con el corazón en un puño, en Salamanca, después de ir 0-2, los charros igualaron la eliminatoria y la condujeron a la prórroga, donde Galletti la resolvió en el minuto 119, presagio de lo que ocurriría el 17 de marzo en Montjuïc frente al Real Madrid. Se perdió por lesión los cuartos de final contra el Barça pero regresó en semifinales frente al Alavés para empatar en Medizorroza con una diana en el 91 de Sávio… En la final fue uno de los tres descartados en la citación. «Sabía que podía pasar. Aun así fue todo tan emocionante que, por supuesto, me sentí y me siento muy partícipe de ella.»

Jugó el tramó final del encuentro de ida de la Supercopa en Valencia y sumó otro trofeo, pero su tiempo en el Real Zaragoza se consumía ya como suplente habitual. Aún disfrutó contra el Sigma Olomouc en la UEFA reconduciendo con un primer gol la épica remontada contra los checos, que se habían puesto 2-0. Paco Flores llamó a su puerta y Soriano no dudó en preparar las maletas hacia un nuevo destino. «Flores firmó y me propuso que fichara. Creo que elegí bien. En Almería me sentí querido, valorado, cómodo y muy feliz. Pasaba de Primera a Segunda pero los dos ascensos o las permanencias las he valorado profesionalmente al mismo nivel que los trofeos». Y de repente, entrenador. «Veníamos de jugar en Huesca, en zona de descenso y el presidente, Alfonso García, nos llevo al despacho y nos abroncó a todos. ‘Tú quedate’, me dijo. ‘Tenemos un problema y ya sabemos a quién poner en el banquillo. Solo te vemos capacitado a ti’. Tenía 36 años y creía que podía seguir jugando algo más, pero acepté el reto». Luego, descubre, que se equivocó al continuar la siguiente campaña. «Tenía que haber dado un paso atrás, de segundo quizás».

Meticuloso, formado como entrenador desde su etapa de futbolista, con más de quince agendas con anotaciones de todas sus impresiones, charlas y tareas… Ya no sabe si retomaría ese camino. «Pienso en el ahora. Me gusta estar cerca del futbol, del campo. Ponerme nervioso, con el corazón a tope, y el Ibiza me da todo eso. Prefiero vivir al día». Igual que cuando vestía de corto, etapa de la que se siente orgulloso. «No era un virtuoso sino un currante, un jugador de clase media. Y sin embargo ha habido mejores futbolistas que no han vivido lo que yo. Nunca me hubiera imaginado jugar tantos partidos, ascender cuatro veces. En Zaragoza y Almería, en el fútbol, fui un afortunado».

«El Almería tiene mucha calidad, pero el Zaragoza tiene a JIM»

Soriano entra de lleno en el análisis del partido de este domingo. «De principio hay una gran diferencia. El Almería cuenta con futbolistas diferenciales y un juego de transición letal, pero con poca experiencia en Segunda, muy jóvenes algunos, lo que en ocasiones les impide cerrar los partidos y se despistan«. Para que el Real Zaragoza pueda contestar al equipo andaluz, el excentrocampista considera fundamental a su entrenador. «Con JIM no se juega bien pero el Zaragoza siempre da la impresión de que puede ganar a cualquiera. Esa es clave. Mantiene vivos los partidos en busca de su oportunidad, gestiona el grupo y lee muy bien los encuentros. Su fichaje ha sido un acierto porque es el perfil de técnico que necesitaba ahora el equipo».

Son otros tiempos para el Real Zaragoza. «Sin duda. Económicamente no somos un equipo puntero. Puedo vender el escudo, la historia, pero a partir de ahí no puedes ofrecer nada mas. Otros equipos te compiten en jugadores. El problema es que empezamos hablando de la Recopa y de la Copa y hay que olvidarse de eso. Con eso no se gana ni se asciende». Pese a todo, Soriano se enternece desde sus raíces zaragocistas. «Es como un hijo y lo tienes que querer. Y apoyarlo esté donde esté».

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