El Ibercaja Estadio como victoria moral contra la propiedad y Cía

Los dueños seguirán en Primera RFEF y activarán fórmulas para, sin poner dinero en metálico, conservar lo 75 años de explotación de La Romareda. A la afición sólo le queda utilizar el campo modular durante los 90 minutos de cada partido para sonorizar el escándalo a todos los niveles

Que el Real Zaragoza descenderá a Primera RFEF ha dejado de ser noticia. Se acude a las hemerotecas de las hazañas para rescatar la teoría de que la permanencia aún es posible porque Fulano y Mengano lo consiguieron y se recurre a la calculadora como testigo de que no se puede descartar la pirueta matemática. Lo cierto es que quien no se ponga una venda en los ojos o en el maltratado corazón o esté obligado por contrato empresarial o político a estirar el optimismo en este potro de tortura, se ha rendido a la evidencia y a la realidad. Con mucho dolor, cierta dosis de vergüenza y no poca resignación, a pie de calle se ha aceptado el hundimiento porque la embarcación acumula vías de agua irreparables a nivel deportivo e institucional. Este caso, posiblemente, no sea comparable a ninguno por la infausta simbiosis de un fondo de inversión con un exclusivo interés económico, empresarios locales con su inconfundible espíritu de garrapata burguesa y políticos que han revestido su poder con un pacto con el diablo, anteponiendo su ansía de gobierno a informarse lo más mínimo de que con quién iban a copular entre las sábanas que siempre paga la ciudadanía. (Es recomendable comparar la aportación de Abanca con el Deportivo y la de Ibercaja con el Real Zaragoza para evaluar algunas gestiones).

Los seis puntos que señalan al equipo como colista de Segunda son el espejo de esta alianza carroñera y, lo que es más grave, inculta y sin cuerdas vocales. Se puede cuestionar el trabajo de los entrenadores y castigar el rendimiento de los jugadores por no estar a la altura, pero es que al margen de que todo sea mejorable, sus centímetros competitivos a poco que se repasen sus biografías siempre han sido si no los mismos similares. Se han fichado técnicos baratos y experimentales y futbolistas de segunda fila. Esta temporada con el agravante de no haber adquirido ni una sola enseñanza de la anterior, que se salvó por deméritos ajenos. En esta situación escandalosa e inadmisible, nadie del organigrama ha tenido la deferencia de hacer su trabajo, de comunicar a socios, abonados y simpatizantes cuáles son las herramientas que tienen previstas para evitar la pérdida de categoría. No lo hacen porque no existe un responsable con la suficiente autoridad en esa escalera de figurantes y porque, detrás de una gruesa cortina de mediocridad profesional, tampoco distinguen el significado de gallardía, de respeto. También porque no existe ningún plan más que el dejarse llevar hacia una ventana invernal para reconstruir a este Frankenstein que se consume en el horno crematorio en tan sólo 13 jornadas.

Los dueños seguirán en Primera RFEF y activarán fórmulas para, sin poner dinero en metálico, conservar lo 75 años de explotación de La Nueva Romareda. En el Ayuntamiento y en la DGA sospechan si no saben que los 10 millones de euros que ha de depositar el Real Zaragoza SAD como primer plazo por la edificación, ya que no desembolsó los 6,8 que le correspondía pagar hace un año, no serán ingresados sino transformados con una capitalización de deuda. Este cambalache financiero escenifica cuál es el auténtico negocio, de qué forma se ha utilizado al club y a su gente como piezas de una operación perfectamente estudiada que contempla la evolución del equipo como algo accesorio y hasta incómodo. Durante estos tres años largos desde que se produjo el cambio accionarial, las mentiras se han ido agolpando en un vertedero irrespirable que, sin embargo, no ha impedido que la verdad aflore. Y en esa verdad está cautiva la afición, esposada a un destino en el que no tiene ni voz ni voto para ser partícipe de un hipotético cambio, lo que agudiza su frustración y su división por agotamiento o incredulidad: la iniciativa de salir del campo 10 minutos en el partido contra el Deportivo tuvo un seguimiento mucho más tímido de lo esperado. Todo un síntoma.

Echar a Rubén Sellés, que se crucificó al sacar a Bakis este domingo por las consecuencias que tendrá esa decisión en un vestuario bastante deteriorado; despedir a Txema Indias, triste arquitecto de la monstruosidad por mandato rojiblanco; devolver a Ottawa a Fernando López y sus jaimitadas… El cuarto entrenador no tardará en aparecer en escena, pero el resto de la cuadrilla se mantendrá en sus cargos hasta cuando lo considere oportuno una propiedad que ha hecho sus cálculos con el descenso y le cuadran. Juan Forcén, Jorge Mas, Mariano Aguilar o Emilio Cruz son una charanga intocable. ¿Qué se puede hacer? Quizás convertir el Ibercaja Estadio en un auditorio del lamento cada dos semanas. Sonorizar durante 90 minutos la queja o enmudecerlo sin presencia alguna en la grada como victoria moral frente a la mayor de las derrotas de la historia del Real Zaragoza, que ya no es lo que quiere su gente. Habrá quien diga que mientras hay vida hay esperanza, que hay que estar con el equipo hasta la muerte. Pero no hay señal de vida en un cadáver cuyas vísceras se han repartido los buitres. La única manera es incomodarles en su nido, que se haga visible uno de las mayores fraudes del mundo del fútbol.

Foto: El Periódico de Aragón

One comment on “El Ibercaja Estadio como victoria moral contra la propiedad y Cía

  • Leonardo , Direct link to comment

    No hay ninguna posibilidad de renacimiento deportivo con esta plantilla, tampoco con la impostura de los prometidos fichajes de similar nivel en el mercado de invierno.
    Las posibilidades de salvación son nulas, no por lo que vemos de nuestro equipo, sino por lo que vemos de todos de los otros equipos de la categoría todos los fines de semana.
    No es posible , mensaje para ingenuos, una operación al estilo de la protagonizada por Manolo Jiménez.
    Y sí, la afición ha sido secuestrada por un contubernio político-financiero. Es decir, un acuerdo de dos o más para un fin reprobable: liquidar un historico y laureado club de futbol por medio del saqueo.

    , la gran dif

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