No encuentro motivos para aprobar la gestión de Sanllehí como máximo responsable del Real Zaragoza después de estos meses de gestión. Mi opinión no cuenta en absoluto ni como pequeño accionista del Real Zaragoza (pagué 100.000 pesetas en 1992), ni como poseedor de dos abonos, ni como periodista veterano al llevar cuarenta y seis años en la comunicación. Como se supone que estamos en un país libre sí que puedo opinar con el respeto y la educación con la que siempre me he expresado. Y, en este sentido, los números no avalan al director general porque el equipo solo ha ganado cuatro partidos, está cerca del descenso, ha cesado a Carcedo y Torrecilla, ha sido eliminado de la Copa por un equipo aficionado y tiene a gran parte de la afición en contra. Por eso se refugia en los medios afines, los que no aportan ninguna noticia, o los que filtran sus intenciones para conocer cómo responde el zaragocismo. Una vez resuelta la modificación del PGU para convertir 250.000 metros cuadrados del terreno de la Romareda en zona de negocio, acude a los desayunos de Heraldo de Aragón para explicarse sin oposición ni tener que responder incómodo en casa amiga. Cosas del nuevo periodismo.