El Real Zaragoza araña pero no muerde

El fin del camino del Real Zaragoza en la Copa estaba indicado desde que el Sevilla se cruzó en su trayectoria. Y así fue en una eliminatoria donde el conjunto de Juan Ignacio Martínez arañó mientras le dieron los pulmones, la ilusión y el juego de Borja Sainz, aunque sin la mordedura ofensiva que le falta también en la Liga. Salió valiente para cortar los cables en el inicio del juego de un equipo con talento para regalar desde la primera a la última casilla, y mantuvo el pulso competitivo con mucha presión, pelea y el aliento extra que le prestó desde la grada una de las mejores versiones de La Romareda. El híbrido de JIM, con siete cambios y repetición de los cinco defensas, impactó con la apuesta de Julen Lopetegui, que acudió al Municipal con la intención de no regalar nada, con una columna vertebral de lujo y el Papu en modo festivo.

A la media hora, sin que el Sevilla hubiera dado grandes señales de su superioridad, un mal despeje de Chavarría lo cazó Koundé en la frontal y clavó el balón dentro de la portería de Ratón. Nadie salió a tapar el lanzamiento del francés con alma de extremo. El Real Zaragoza viró hacia el trote de la desesperanza aunque sin bajar los brazos porque Borja Sainz no lo permitió. El vizcaíno fue el único beneficiado de este desigual encuentro. Por supuesto si el entrenador se decide a considerarlo imprescindible, como debería ser, en sus planes de futuro. Encaró sin mirar la estatura física y deportiva del enemigo; condujo y se ofreció con un elevado sentido futbolístico y estuvo a punto de empatar con un tiro que desvió la canilla de un defensor visitante al lateral de la red de Dmitrović.

El extremo lideró a sus compañeros con personalidad, sin arrugarse y creando problemas. Ese carácter catapultó el orgullo del Real Zaragoza, que empujó contra su esquina al Sevilla durante unos minutos emocionantes. No fue demasiado tiempo, justo hasta Lopetegui puso orden con la entrada de otros ilustres para que apagaran el fuego aragonés. Jordán, Oliver, Acuña, Rafa Mir… La calidad impuso su ley en un contragolpe teledirigido por Ocampos y finalizado por Mir para establecer una distancia imposible en el marcador y para una medular sobrecargada de veteranía con Zapater, Petrovic y Adrián a otro ritmo muy distinto. No hubo regalo y nadie lo esparaba en el día de Reyes. La Copa se mira y no se toca desde hace muchos años. Esta temporada para centrar de nuevo los esfuerzos en los domingos, en campos como El Toralín, donde no hay oro, ni incienso, ni mirra.

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