Un frentazo de Jair a la salida de un córner en un partido donde el equipo aragonés impone su pasión otorga una victoria vital para la salvación (1-0)
Nervioso pero convencido; más fuerte con el corazón que con los pies; con La Romareda llena y a pleno pulmón el Real Zaragoza consiguió vencer por fin en su estadio con un gol a balón parado de Jair, gigante en la defensa del temible Paniccheli y autor de un tanto que devuelve al conjunto aragonés a la lucha por la salvación desde una posición menos comprometida, fuera de los puestos de descenso donde le había metido el sábado el Eldense. No hay tregua en esta guerra, y con ese espíritu asumió el complicado encuentro ante el Mirandés, con una alineación extraña por la presencia de Francho en el lateral derecho y Adu Ares y Aketxe en la medular. Pero Gabi Fernández, que anunció para este domingo el mejor Real Zaragoza de la temporada, cumplió en parte su palabra muy lejos de la estética, en las mismas entrañas de la necesidad, del compromiso de un grupo responsable con la situación y con lo que tenía que hacer en cada momento. Los jabatos, aspirantes al ascenso, no hallaron una gota de oxígeno gratis en la pelea por cada pelota, que se convirtió en una fiero combate por ganarla y desplazarla sin miramientos lo más lejos de la zona de riesgo.
El partido se jugó con un nudo en el estómago, con ansiedad y con una intensidad monumental. Era difícil gestionar el toque, la combinación, las transiciones. Todo se redujo a no cometer errores, a ser apasionado en cada intervención sin dejarse llevar en exceso por las emociones. El Mirandés impactó en ese sentido contra una roca que redujo sus mejores virtudes a la nada, achatado para aventurarse a algo más que defenderse. Piedra frente a piedra, crujieron las cabezas, salieron de paseo los codos, se sucedieron las faltas (34 en total) y su compartió la posesión (50% para cada uno). Hubo un ganador porque Jair subió a un saque de esquina en el minuto 78, cuando el reloj se quería sumar a la angustia, y metió la frente como un cañón, con los pies pegados al suelo. Las paradojas de este deporte. El portugués estuvo más fuera que dentro del club en los dos mercados por considerársele prescindible, hace una semana cometió un falló terrible y hoy ha acabado con el traje de héroe hecho a la medida, provocando el delirio de sus compañeros, del banquillo, de una grada agradecida que no dejó una localidad vacía para la batalla que pedía su bayoneta sentimental.
Visto desde fuera de la ciudad, del entorno, de una escenografía ajena a la tortura que está viviendo el Real Zaragoza, el partido no tuvo un pase y sí cientos de pelotazos. Observado con la lupa del afectado, el encuentro sublimó el fútbol desde su vertiente más entusiasta e irresistible. Corrió Ares, un poco menos Aketxe y Francho cumplió con su posición como si hubiera nacido lateral. La primera parte se borró de un plumazo, consciente el Real Zaragoza que para ganar tenía que acumular además paciencia y una oportunidad. En la segunda, las hostilidades crecieron aún más, con Jair, Vital y Arriaga dominando el juego aéreo con una autoridad brutal, seccionando todas las intenciones directas del equipo de Lisci, que apenas inquietó en una ocasión a Poussin. Raúl Fernández tampoco había pasado por mayores agobios, concentrados todos en que sucediera lo mínimo posible que no fuera una interrupción o un crepitar de costillas en el cuerpo a cuerpo. En esa trinchera sembrada de espinos y minas, el conjunto aragonés empezó a sentirse más cómodo, creciendo sobre ese abono incoloro y la fortaleza mental.
No hubo lugar para Soberón ni Bazdar salvo en las reyertas. Tampoco para Paniccheli ni después Izeta, que entró desde el banquillo. Los delanteros se emplearon como soldados rasos, sin un metro habitable para hacerse notar en su radio de acción. Gabi Fernández metió a Pau Sans y después hizo un triple cambio con Liso, Marí y Tasende para compensar esfuerzos. El lateral izquierdo, señalado también en El Sardinero, agilizó su carril y botó el córner de la esperanza. Su zurda llegó a tiempo para poner el balón al que acudió Jair para que el Real Zaragoza sacara la cabeza del descenso con orgullo y Kosa de tercer central, con la incesante tormenta de la afición insuflando a su equipo una descarga formidable de energía. Un importante paso para la permanencia, pero un gran salto para el equipo.
Zaragoza, 1: Poussin; Francho, Vital, Jair, Clemente (Tasende, m.75); Adu Ares (Pau Sans, m.61), Raúl Guti, Arriaga, Aketxe (Liso, m.75); Bazdar (Marí, m.75) y Soberón (Kosa, m.86).
Mirandés, 0: Raúl Fernández; Juan Gutiérrez (Alex Calvo, m.85), Tachi (Pablo Tomeo, m.69), Eguiluz; Rincón (Julio Alonso, m.85), Lachuer (Butzke, m.85), Gorrotxategi, Iker Benito; Reina, Panichelli y Joel Roca (Izeta, m.66).
Gol: 1-0, m.78: Jair.
Arbitro: Arcediano Monescillo (Comité de Castilla-La Mancha). Amonestó a Aketxe y Raúl Guti, por los locales, y a Rincón, Lachuer y Juan Gutiérrez, por los visitantes.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 34 de Liga de Segunda división disputado en el estadio La Romareda de Zaragoza ante 20.290 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el reciente fallecimiento de Ricardo Lapetra, que fue futbolista del equipo aragonés entre 1959 y 1963, y por el joven jugador de 21 años Alejandro Benavides, muy vinculado al fútbol base aragonés y al Real Zaragoza.
Un gol que es aire en la batalla por seguir en #LALIGAHYPERMOTION Una celebración, la de toda La Romareda, que explica taaaantas cosas…
El @RealZaragoza vuelve a salir del descenso. ESTE HISTÓRICO NO QUIERE IRSE ✨ pic.twitter.com/YsJVh6vryC
— DAZN España (@DAZN_ES) April 6, 2025
Una gran alegría el resultado. Felicito a la afición, jugadores y cuerpo técnico.
Hoy no importan los análisis, sólo el resultado. Con un planteamiento similar se podrá ganar también al Eibar.
La gente, la afición, lo mejor. Lo único.