«El Real Zaragoza son fichas repartidas pero poco sostenidas en el tablero»

José Francisco Mendi, presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva y zaragocista, reflexiona desde su campo profesional sobre un equipo por el que tiene «temor psicológico ya que no sé hacia donde va a caer»

 

¿Se ganará al Mirandés? ¿Quizás un empate como mal menor? Si hay un equipo que que provoque jaquecas crónicas al quinielista profesional o al amateur, ese el Real Zaragoza, un vehículo inseguro donde los jugadores viajan con poca fe y sin piloto al volante. El cuerpo les pide vencer pero en los pasillos acristalados de la mente se refleja la derrota con múltiples caretas funerarias. Una pesadilla que muestra a una institución a la deriva y, como consecuencia, un vestuario al borde de un bote salvavidas que se infla y desinfla en una pertinaz tormenta perfecta. Nadie sabe concretar quién es ni hacia dónde va el Real Zaragoza, aunque ha puesto especial empeño en despeñarse hacia el descenso. Sobre un escenario sin público, las butacas las ocupan la incertidumbre, los miedos, las dudas y la amenaza.

José Francisco Mendi, presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva y zaragocista, observa, analiza, reflexiona e intenta en un ingente ejercicio poliédrico, explicar qué le ocurre al Real Zaragoza y cuáles pueden ser, desde su especialidad, las soluciones para afrontar esta dura recta final del campeonato. «La tensión que se vive es doble y triple: deportiva, institucional y sanitaria con la prepandemia, la pospandemia y la situación actual. No se quiso o no se supo adaptar la situación a la pandemia. Había que trabajar de forma diferente y no se acometió ese cambio con el equipo ni cuando tuvo el ascenso a mano y se regresó del confinamiento ni al inicio de una temporada que iba a ser complicada en todos los aspectos. Profesionalmente lo denominamos trastorno de estrés postraumático. El estrés que se sufrió por no subir a Primera cuando estaba al alcance, influyó mucho. A partir de ahí, se han unido otro tipo de carencias meramente deportivas que han impedido la adecuada readaptación para competir en unas buenas condiciones físicas y psíquicas».

Mendi considera que a la psicología se acude como un recurso de urgencias, «cuando debería, no siendo el único remedio, ayudar mucho en el trabajo individual y colectivo del grupo. No se hace al futbolista mejor, pero sí se convierte una plantilla en un grupo para exprimir al máximo su rendimiento. No se hizo en ninguno de los dos aspectos y de ahí las consecuencias». Su percepción sobre este momento crítico del club y su futuro no es muy distinta de la que manifiesta el aficionado de a pie. «Yo tengo temor psicológico. Es como en esa escena de la película Match Point que no sabes hacia dónde va a caer el anillo y te angustia su baile giratorio. Si perdemos contra el Mirandés, caemos hacia el lado malo. Si no, hacia el bueno. El Zaragoza da giros y no está claro hacia dónde va. Y ya no hay factores tangibles para mejorar la situación. La actitud competitiva y psicológica es lo único que puede mejorar. El entrenador ha de aplicar aspectos más profesionales. No se van a salvar por colgar medallas ni rezar. Me parece una predisposición personal muy loable pero insuficiente».

Desde la profundidad la mente y sus puertas abiertas a la salud de cualquier expresión profesional, Mendi se detiene por un breve instante en el azar para regresar de inmediato a la realidad. «Estamos con alfileres. Tampoco descarto que con un par victorias esto se consolide… Pero no hay cimientos y solo se pueden conseguir triunfos desde la solidez». Rescata para el ejemplo el tobogán que resultó el encuentro de Vallecas contra el Rayo, donde del 0-2 se saltó al vacío del 3-2 sin ningún tipo de paracaídas. «El día del Rayo hubo una primera parte muy buena. Pero yo creo que casi todos estábamos pendientes de que en cualquier momento te podían hacer un gol y desatarse, como así ocurrió, una marejada de dudas. Eso demuestra que no existe base como equipo, que se depende de apariciones individuales y aisladas como ese primer periodo tan bueno de Alberto Zapater».

Una de las teoría extendidas es la ausencia de liderazgo en la plantilla, de personajes capaces de contagiar y arrastrar o convencer con la herramienta de sus singulares personalidades . «Desde fuera no se percibe liderazgo alguno. Hay un elemento en psicología que dice que es mejor un mal liderazgo que su inexistencia. Aunque no sea del todo bueno, crear grupos y respuestas. Reacciones. Hay que subrayar que son más beneficiosos los liderazgos que los líderes, pero nada de eso se localiza en el Real Zaragoza. No hay carisma, ni mediadores, ni quien exprese el sufrimiento. La sensación es de fichas repartidas pero poco sostenidas en el tablero».

En este demencial partida de ajedrez a la que se busca alguna lógica, José Francisco Mendi expone algunas cuestiones de presente y futuro muy mejorables. «Llega un punto, como este, en el que se debe gestionar el grupo mucho más desde la motivación individual que desde la estrategia. Fomentar un sentimiento colectivo y de responsabilidad donde el individuo se vea seguro, más arropado. Y también estimular en los cambios para que el futbolista se sienta más partícipe. No sirve para nada conceder diez minutos finales… Quizás esas sustituciones hay que hacerlas mucho antes, incluso me atrevería a decir que en la primera parte. Se trata de interpretar las situaciones. Es un trabajo técnico pero sin duda psicológico». La Romareda añora a su gente. «Sí, ese tema es muy recurrente pero no creo en él. Nada nos asegura que con el estadio lleno las cosas habrían sido distintas. Es una justificación, una excusa. Estábamos en un fútbol de tres dimensiones y ahora es de dos, y no queda más remedio que adaptarse, aclimatarse. La clave en un profesional, en este caso, está en interiorizar. No puedes dejarlo todo al impulso externo, sino que has de ser tú el motor de ti mismo». ¿Ganará el Real Zaragoza al Mirandés? ¿Está en condiciones de salvarse? «Hay una estructura muy débil y un equipo muy débil. Un deterioro considerable a todos los niveles. El club necesita un gerente que delegue en profesionales. Ahora mismo el objetivo es salvarse, que no era el de salida, pero los esfuerzos han de concentrarse en convertir esa permanencia en un reto».

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