El rey de la derrota mínima y el dilema

Los diez partidos perdidos por el Real Zaragoza han sido por tan un solo un gol de diferencia, lo que plantea hasta dónde hubiera llegado de no haberse dejado la plantilla a medias

La SD Huesca, en posición de ascenso directo y con la economía más humilde de la categoría, ha perdido en seis ocasiones esta temporada. Siempre ha caído por un solo gol de diferencia, pero el rey de la derrota por la mínima es el Real Zaragoza, que lo ha hecho en diez encuentros, en todos los que ha dejado escapar por una u otra razón, variopintas la mayoría. El resto de los equipos de Segunda han recibido como mínimo un revolcón importante, como por ejemplo el Racing ante el Elche y el Granada (3-0) o el Almería contra Castellón (2-5) o Deportivo (3-1). El conjunto blanquillo está pagando el peaje de esa considerable cantidad de partidos sin sumar un solo punto, la mitad en La Romareda, el quinto estadio más fácil de asaltar de la categoría. Con el regreso a Primera perdido de vista por la vía directa o por eliminatorias, el resumen de su temporada queda enmarcado en el fracaso, no sin concluir que, al menos hasta el momento, ha sido un equipo difícil de ganar. Sólo el Albacete el pasado viernes (2-1) y el Éibar en Ipurua (2-1) lo consiguieron con cierta holgura antes de que Liso y Dani Gómez llegaran demasiado tarde para acortar distancias y aproximar la emoción.

En los otros ocho encuentros sin premio alguno, su falta de concentración defensiva colectiva o individual bien con Víctor Fernández o con Miguel Ángel Ramírez ha impedido que se consolara en alguna ocasión con el empate como mal menor. Las desatenciones y los desmayos colectivos le han castigado con saña en Burgos, donde Sancris se fue de todo el mundo para batir a Poussin en el minuto 93 (1-0); en Gijón, con Guille Rosas aprovechándose de una indecisión de Clemente y burlando a Vital (1-0); después de igualar un 0-2 del Racing en superioridad numérica y dejar que Aldasoro exprimiera con un golazo la blandura en un duelo con Toni Moya (2-3); en ese pasillo asfaltado por la defensa que Luis Suárez recorrió para establecer el 1-2 del Almería; con Suero anticipándose a Lluís López para marcar el 1-2 favorable al Castellón; con el codazo de Tasende que permitió a Quiles firmar el 0-1 para el Albacete desde el punto de penalti; en el partido del adiós de Víctor Fernández desperdiciando un 2-0 a favor ante el Oviedo, que del minuto 50 al 92 destrozó al Real Zaragoza (2-3), y en Elche en el estreno de los tres centrales de Ramírez, un nuevo sistema resistente hasta que Rashani se coló en el 93 entre una indecisión global.

Todos sus rivales han tenido que trabajárselo, pero el espíritu colaboracionista para que se llevaran la victoria aun con estrechez en el marcador ha sido la pauta en un grupo de futbolistas que casi nunca ha dejado de competir. Las contradicciones de comportamiento, el tono bajo de calidad en la toma de decisiones importantes y puede que el capricho de dos entrenadores que han querido implementar sus ideas por encima de la realidad de la plantilla, han mostrado un Real Zaragoza sin una personalidad concreta, que quiere ser pero que no le da para más. En ese comportamiento que mezcla el caos y el orden dentro del mismo partido, ha peleado contra los adversarios y contra sí mismo. Demasiadas batallas. Los dos tantos recibidos en el Carlos Belmonte son de festival del horror, cuando 45 minutos antes podía haberse ido con ventaja. Aflora entonces el dilema de en qué proporción esas diez derrotas pertenecen a los futbolistas o a la propiedad, el director deportivo y los cuerpos técnicos, constructores de una plantilla que dejaron a medias en ambas ventanas de contratación. Y así está el Real Zaragoza en la mitad de la tabla, siendo el rey que más cara vende su rendición, con una corona de espinas pequeñas pero muy dolorosas.

One comment on “El rey de la derrota mínima y el dilema

  • Leonardo , Direct link to comment

    No tengo la menor duda, de que la mayor responsabilidad de la catastrofe deportiva de nuestro equipo está causada por todos los profesionales de la plantilla, que cada jornada con evidentisima impericia y falta de aplicación han desarrollado una de las peores maneras de jugar al fútbol en segunda división

    Está reconocido que en esta temporada el límite salarial subió, que la propiedad aportó dinero, y eso al final resultará inútil.
    Me quedo con las primeras líneas de su artículo, que entiendo lleno de sarcasmo, que compara donde hoy está el Huesca y donde está el Zaragoza.
    Se sobrestima el valor de los técnicos.
    Si los profesionales que están en el campo no saben leer un partido y tomar iniciativas en momentos críticos, a despecho de un entrenador que desvaria. Que el último cierre la puerta. Y en nuestro equipo, va para tres lustros que está cerrada.
    Claro que la propiedad no siente los colores y va al lucro empresarial y que todos los técnicos fracasan.
    Pero el Zaragoza no estaría aquí por el fracaso multitudinaria desde hace 12 años de los jugadores.

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