Les he comentado en varias ocasiones cuando las cosas se iban poniendo peor y pensábamos que habíamos tocado fondo, que deberíamos remitirnos en esos momentos de angustia a una frase que grité con desgarro cuando todavía el Real Zaragoza sobrevivía en Primera División: «Dios mío, ¿qué más nos puede pasar?» Jamás la he vuelto a pronunciar y les recomiendo que no lo hagan porque el nivel de estremecimiento atroz al que nos está llevando nuestro histórico equipo no tiene final. Sinceramente yo no esperaba la eliminación otra vez a las primeras de cambio en la Copa del Rey y pensaba en cómo construir el argumentario periodístico de los días siguientes a lo que consideraba un mero trámite para acometer el partido ante la SD Huesca. Confrontación a la que yo denomino de rivalidad regional y no «derbi» como algunos medios y periodistas señalan para agrandar la importancia de un choque motivado por circunstancias políticas para un supuesto equilibrio informativo. Si a alguno le molesta lo siento porque no es mi intención y, además, no me importa lo más mínimo.
He dicho siempre, porque lo he vivido desde la primera vez que fui a la Romareda mediados los años sesenta del siglo pasado, que el coliseo zaragozano es una excitante fiera que encarna lo más valiente y heroico de nuestra gente pero también el rugido profundo para quienes nos defraudan y no ofrecen el máximo de su talento y esfuerzo, rindiéndose a la eventualidad. Y no quiero ni imaginarme la tensión que se puede producir si la respuesta de los jugadores y el técnico es de cobardía jugando, como siempre, a no perder y a dejarle la iniciativa al adversario. Espero que se forme un ambiente favorable y de ánimo intenso desde la grada, incluso antes, para que nuestros gladiadores no salgan con los dodotis puestos y ganen la batalla. Escribá ya ha mandado el mensaje de que está por encima de estas cosas, de los incrédulos y del run run y saldrá a pelo porque le gusta provocar con su palabra. Yo lo único que deseo es que gane el Real Zaragoza y se consiga con quienes estén dispuestos a entregar su alma por ello.
Me cansa ya tanto narcisismo y chulería de un individuo que es totalmente incapaz de transmitir energía, ganas y voluntad de vencer ante cualquier situación.
El mando que es incapaz de hacer grande a un grupo de personas no me vale para el Real Zaragoza, sea entrenador, director deportivo, Cordero, o Director General, Sanllehí.
El club necesita líderes que sean capaz de motivar a los jugadores en cualquier situación.
No parlanchines vende submarinos descapotables híbridos con gran autonomía.
Ganar, ganar y ganar.
Sencillo, claro, breve y preciso.
Se acabó la palabrería de un cobarde que no tiene iniciativa para ganar