El técnico, que regresa mañana a una Copa de la que tiene clavado un ingrato recuerdo en el día de su debut en el Real Zaragoza la temporada pasada, dice estar muy tranquilo en su puesto pese a los malos resultados
Fran Escribá dice que respeta todas las opiniones, pero también que no se siente amenazado por la cosecha de malos resultados que se han sucedido en los últimos ocho encuentros de Liga, de los que sólo se ha ganado al Andorra sin conseguir que el equipo cuaje un fútbol convincente, además carente de madurez y oficio en el campo y desde la dirección técnica para conservar situaciones muy ventajosas en los tramos finales. Ni siquiera entiende el porqué se le señala desde diferentes y no pocos foros como responsable de la falta de personalidad de una plantilla en teoría mejor de lo que muestra. «No tengo ninguna preocupación. Entiendo el ruido pero estoy muy tranquilo. Ni lo pienso. Es un debate que no debería estar abierto». La eliminatoria contra el el Atzeneta, club de Tercera RFEF (jueves, 20.00), se cruza en el camino de un conjunto aragonés cuyo su entrenador no se siente en absoluto insatisfecho con el rendimiento de sus jugadores en Liga pese a que admita que hay muchas cosas que se deben mejorar, visión sin duda subjetiva y que distorsiona la realidad. El torneo, como casi siempre, le llega al Real Zaragoza a contrapié en las once campañas consecutivas de travesía por Segunda, donde ha mezclado urgencias por salvarse con asuntos más ambiciosos. Aunque se comprenda el desapego por esta competición por la distancia competitiva que se ha tomado sobre todo con la élite, duele ver a uno de los reyes del torneo sometido a lo que, se mire como se mire, es un martirio.
El propio Escribá es consciente de que el recorrido no será muy largo y que hará cambios en este compromiso, aunque, como corresponde, señala que la meta es superar el mayor número de obstáculos posible. Primero el Atzeneta UE, un rival en el que tiene viejos conocidos de su etapa en el filial del Valencia, entre ellos su entrenador, Bernabé Ballester, y que hace inevitable que recupere el fantasma del Diocesano, un modesto equipo extremeño que amargó el debut de Escribá hace casi un año en un partido espantoso de los aragoneses. «Los jugadores saben la importancia que tiene al Copa y yo tengo clavada aún aquella espina. Hemos comentado lo que sucedió y los futbolistas quieren hacer un buen partido y pasar la eliminatoria. Defendemos un escudo, el de un club que ha ganado esa competición. Ahora sabemos que es imposible para nosotros, pero nuestra obligación es llegar lo más lejos posible y hacer un buen encuentro», explica. Otro batacazo como aquel, sin embargo, le dejaría camino del cadalso que no aprecia, con la visita el próximo lunes del Oviedo como frontera de su continuidad en el banquillo si no gana. El ruido, entonces, será ensordecedor y su relevo, algo natural.
Lo que se espera es que este primer contacto con la Copa sea un bálsamo deportivo y mental para un equipo que necesita llevarse al paladar un triunfo al margen del tamaño del adversario. Un partido al que regresará Poussin y en el que no estará Toni Moya, como ha informado el técnico, a la espera de que Francho entre o no en la citación que se conocerá en breve. «Para mí, es una competición muy importante y por desgracia la temporada pasada hicimos el ridículo y me dolió mucho. Ni por nuestro planteamiento ni actitud puede volver a pasar aquello. Es deporte y ya sabemos que hay margen para cualquier cosa. Sabiendo que la Copa es inalcanzable, vamos a tomárnosla igual de seria que la Liga». «Va a a haber cambios porque es lógico, pero sacaremos el mejor once». Escribá subraya que la victoria tiene un valor añadido en estas circunstancias. «Nos afecta todo lo que pasa, pero al grupo lo veo bien. Otra cosa es la nueva decepción del otro día, pero está fuerte mentalmente. En esta competición sólo vale ganar, por eso es muy importante que sigamos pasando eliminatorias. Si somos capaces de ganar y con buenas sensaciones, algo nos ayudará. Como jugarán algunos no habituales, les vendrá bien a todos».
«Muy contento» con la respuesta del Real Zaragoza en Burgos, el técnico apunta que en El Plantío «no se podía ganar desde el fútbol y logramos parar su juego. Que nos marquen en el minuto ochenta y tantos es circunstancial. El fútbol nos devolverá esas situaciones a favor. Lo que queremos hacer es que esa buena respuesta fuera de casa se dé también en La Romareda porque es donde estamos fallando, yo el primero. El equipo está siendo muy fiable en general. Hubo cosas en los cinco primeros triunfos que no me gustaron, y en los que hemos empatado o perdido lo hemos hecho muy bien. Lo que ocurre es que el resultado ha tapado lo bueno. No soy tan negativo como lo que detecto alrededor». Alrededor orbita un Real Zaragoza capaz pero incapacitado, paradoja que si no resuelve el mismo Escribá hará que el ruido le atropelle y se cierre el debate abierto.
El debate no estaría abierto si se llevaran en la clasificación, al menos, cinco o seis puntos más, que se han desperdiciado por su impericia en la lectura de los tramos finales de los partidos.
Mientras las cosas marchen por estos derroteros, naturalmente que esta plenamente justificado el debate sobre su continuidad. A muchos aficionados nos horripilan sus planteamientos y sus imprudentes cambios al final de las segundas partes, que destrozan el equipo
con planteamiento ultradefensivo y conservadores que termina anulando las ventajas en el marcador. Llueve sobre mojado.