Francés, Francho y ninguno más

La presencia en la alineación de Eugeni y Sabin Merino como debutantes levantó una pizca de expectación, porque no está el horno para grandes esperanzas y mucho menos si proceden del mercado de invierno. El centrocampista, al trote, demostró que es titular incuestionable en este equipo de nivel de rodapié: saca las faltas y los corners como Dios manda y lanza un penalti sin que la unidad de cardiología del Servet tenga que estar en alerta. En cuanto coja el ritmo y sintonice con sus compañeros, no será un portento, pero dará algo de distinción a este grupo con tan escaso pedigrí técnico. El delantero, a quien JIM le utilizó en banda, también dejó constancia de sus poderes, resumidos en un punta físico que va al remate aéreo con valentía y decisión. ¿Goles? Pasemos de capítulo.

El nuevo empate del rey de los empates –15 en total– mostró al viejo Real Zaragoza, un conjunto al que la victoria le provoca urticaria por lo lejos que está de ella y de la portería rival y que sin conceder casi nada en defensa, cuando lo hace es para poner la cabeza bajo la guillotina. No hay material y el mensaje de Juan Ignacio Martínez, que cuando el Málaga marcó se resumió deshacerse del único jugador que aporta ligereza y cintura, Borja Sainz, y en reunir con simpleza estratégica a tres rematadores que emplomaron cualquier fluidez ofensiva (Álvaro, Sabin y Narváez), ya no cala en los futbolistas, empeorados en sus ya de por sí bajísimo rendimiento. El Málaga, que venía de dos palizas considerables y con Natxo González estudiando a sus nuevos alumnos, tosió y se puso por delante después de un arranque de poderío cabeceador de los aragoneses. No lo hizo falta casi nada, tan sólo que Petrovic regresara a su versión hidráulica para perder un balón y que Lluis López saliera para reparar el error de su compañero como quien riega las flores en un día de lluvia. Entre uno y otro, a cámara lenta ambos, se coló la picardía de Antoñín para adelantar a los andaluces. Que se mueva a Francés al lateral se traduce en la pérdida de cuatro puntos, dos en Ibiza y dos frente al Málaga, en ambos casos con el central catalán en el foco de una lenta suficiencia.

El atasco mental tras el tanto encajado se unió a los defectos de fábrica, ofreciendo un Real Zaragoza chato y sin el habitual olfato goleador. En ese caótico espectáculo, solo hubo dos jugadores para recordar: Francho por su constante participación y rebeldía y un Francés que por momentos dio la impresión de que haría la pared consigo mismo, centraría y remataría. El defensa crece a pasos agigantados a medida que el resto mengua con zancada colosal. Tiró del equipo como un buey, agitando el solo el ataque desde el costado, con profundidad y una cascada de centros. En la olla de JIM, Álvaro fue sujetado de la camiseta y el árbitro consideró que era pena máxima. La tiró Eugeni porque hubo una especie de pánico escénico general frente a la responsabilidad. El clásico empate que origina una angustia mayor porque no se atisban soluciones para salir de abajo. Y el entrenador tampoco las tiene.

One comment on “Francés, Francho y ninguno más

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    Si analizas el resto de la temporada, Lluís nos ha hecho perder muchos más puntos y Jim por encabezonándose en mover a Francés al lateral, lo mismo

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