Es muy probable que el estilo de Juan Ignacio Martínez haya sido siempre el mismo, y que el fútbol exhibido por el Real Zaragoza en las dos estupendas victorias de esta pretemporada corresponda tanto al buen trabajo como al letargo de rivales que, por muy superiores que sean, se toman los veranos de preparación con menos intensidad. Porque el Elche y el Valencia llegaron a parecer peleles en manos y pies del conjunto aragonés, que se está tomando el asunto, además de con singular alegría, como si en ello le fuera la vida. La cuestión es que el técnico alicantino, señalado el pasado ejercicio de conservador, se ha vuelto jugón aunque habría que matizar muchos detalles sobre una mutación que no implica tanto el plano personal como las herramientas de las que se dispongan y el contexto en que se utilizan.
Antes de llegar a La Romareda, JIM había dirigido equipos que no se podían permitir ser muy estilosos, que luchaban por elevar al máximo sus virtudes para conservar la categoría. En su corta trayectoria en Primera, solo tuvo exito con el EuroLevante, con tipos tan estrictos y tajantes como David Navarro, Ballesteros o Diop, un bloque muy físico con piezas experimentadas y dos delanteros, Koné y El Zhar, dispuestos para las aventuras del contragolpe. Después descendió con el Valladolid y el Almería y se fue a la segunda china y al Al-Arabi SC kuwaití, una especie de destierro espiritual. Cuando aterrizó en Zaragoza lo hizo como última opción, tras haber fracasado las negociaciones con Víctor Fernández, Paco Jémez y Gustavo Poyet, para hacerse cargo de un pingajo que nadie quería porque no iba a ser reforzado como necesitaba para salvarse del descenso que ya llevaba tatuado en la frente al acabar la primera vuelta.
Como la plantilla no se correspondía en nada a la idiosincrasia histórica del club, tachó de inmediato de su ruta ese camino pese a el vestuario tampoco estaba poblado de gladiadores ni de tipos con una personalidad arrolladora para las exigencias de la complicada empresa. Es decir, que se adaptó y adaptó lo poco que tenía y lo que heredó de la cantera para configurar un bloque de hormigón defensivo con un formato basado en la autoestima, la colaboración tribal y un posicionamiento riguroso para no encajar y explotar con lo básico en ataque la inocente capacidad ofensiva. Su plan tuvo un efecto catártico, no sin sufrir frente a la genética de un vestuario sin grandes potenciales individuales. El entrenador fue aclamado y señalado como auténtico artífice de la hazaña. En algunos sectores le siguieron observando de soslayo por renunciar a una pizca de espectáculo cuando el verdadero espectáculo consistía en reducir, como así se hizo, los peligros.
El balón viajaba largo y en los últimos minutos afloraban debilidades y vías de agua que se disimulaban con sacrificio y una impresionante rentabilidad atacante pese a no contar con un solo goleador. En la concentración de San Juan del Pinatar, el Real Zaragoza parece otro sin serlo ya que el grueso de la plantilla es el mismo con la única incorporación le lateral derecho de Fran Gámez. JIM está siendo consecuente con el optimismo con el que se expresó hace unas semanas y al mismo tiempo está enviando un mensaje a los actuales propietarios o a los nuevos para que le acompañen y se impliquen en la construcción de un Real Zaragoza que podría aspirar a cotas altas.
Contra el Elche y el Valencia, aquel manojo de nervios del anterior ejercicio, alicatado por la fe del técnico y por cómo la transmitió a los futbolistas para crear una burbuja resistente, el Real Zaragoza ha tenido un comportamiento bien distinto. Ha dejado su portería a cero en los encuentros ante los dos Primera, pero su fútbol es más académico, con transiciones muy elaboradas y una predisposición constante a administrar el balón con y sin riesgos, a reiniciar cuanto sea necesario. Toca y toca la pelota sin complejos, con pie seguro, con calculados automatismos de apoyos y desmarques y una interpretación vertical más punzante. El segundo gol de Adrián al Elche después de 32 pases en el que participaron los once sin que los ilicitanos tuvieran contacto con el balón explica a la perfección ese cambio de mentalidad acentuado por el estado de gracia de Narváez, el impresionante salto cualitativo de Azón y la aparición de los canteranos y su regusto por disfrutar de la experiencia.
Con el mismo material, desinformado sobre lo que está ocurriendo en el club con la compraventa y ante un futuro desalentador, JIM, una vez más, ha apostado por su capacidad autodidacta. Y se ha puesto jugón en parte para descargar de presión a sus futbolistas, a los que ha aislado de la lamentable forma de gestionar el cambio accionarial de la Fundación, y también por márketing, para explicar con hechos cómo podría ser el Real Zaragoza si le dieran todos los fichajes que necesita. Enfocado a una competición bastante más dura que dos victorias puntuales que visten mucho pero no dan de comer.
Gran jugada del equipo, con final de lujo 😎
3⃣2⃣ Pases
🍍 Todo el equipo toca el balón
✨ Adrián define con maestría #PretemporadaRZ | #VamosRZ 🦁 pic.twitter.com/vgH5HS8TTL— Real Zaragoza 🦁🤍💙 (@RealZaragoza) July 25, 2021
́ | Resumen con los momentos destacados del partido:@valenciacf 0⃣-2⃣ #RealZaragoza #pretemporadaRZ pic.twitter.com/N4AZHmQn6q
— Real Zaragoza (@RealZaragoza) July 28, 2021