El Real Zaragoza, en el caso de destituir a Velázquez, acumularía tres despidos en dos temporadas bajo la presidencia del magnate estadounidense, algo que sólo ha ocurrido una vez en los últimos 24 años
La multipropiedad, representada institucional que no ejecutivamente por el magnate estadounidense Jorge Mas, no sabe por dónde le pega el viento deportivo. Los dos primeros proyectos del fondo de inversión internacional con el Atlético de Madrid como nexo de unión, no han correspondido a las intenciones de devolver al Real Zaragoza a Primera División lo antes posible. La gestión de Raúl Sanllehí, cuyo peso ejecutivo real está cada vez más cuestionado, y la irrupción mesiánica de Juan Carlos Cordero con los apóstoles colchoneros Emilio Cruz y Mariano Aguilar supervisando en profundidad su trabajo, han derivado en un pernicioso reparto de poderes y decisiones que se han plasmado en la desatinada elección de entrenadores durante este periodo. En el caso de que Julio Velázquez reciba la carta de despido tras el partido contra el Valladolid de este sábado, se produciría un hecho que sólo se ha repetido en una ocasión en la historia del club aragonés en el siglo XXI: la destitución de tres técnicos en dos temporadas consecutivas. Los caídos serían Juan Carlos Carcedo, el primer elegido tras la compraventa, Fran Escribá y el mencionado Velázquez. Para encontrar una tacada semejante habría que remontarse a las campañas 15-16 y 16-17, cuando se prescindió de Ranko Popovic, Luis Milla y Raúl Agné con la Fundación al frente. Carreras relevó al serbio y se marchó con la mancha de Palamós encima y Láinez aguantó el tipo hasta rubricar la permanencia.
Si se contratara o promocionara a un nuevo técnico, no sería la primera vez que cuatro e incluso cinco profesionales se escalonarían en la dirección del conjunto aragonés en los últimos 24 años, pero con el matiz de que algunos de ellos optaron por cesar de manera voluntaria y otros no vieron prolongada su relación contractual o la rechazaron. Por ejemplo, en la 2007-2008 Víctor Fernández, Ander Garitano, Javier Irureta y Manolo Villanova se fueron reemplazando en un año que finalizó con un traumático descenso a Segunda. En realidad sólo fue destituido el primero de ellos, ya que Garitano renunció después de dirigir al equipo en la vuelta de octavos de Copa contra el Racing en Santander y un partido de Liga ante el Murcia, mientras que Irureta siguió los mismos pasos al solicitar su salida tras seis jornadas en las que empató con el Racing, venció al Athletic y encadenó cuatro derrotas consecutivas. Villanova dejó el Huesca para acudir a un rescate que no pudo culminar. Entre el 2000 y el 2002, cayeron Juanma Lillo, a quien relevó Luis Costa hasta el final para proclamarse campeón de la Copa en La Cartuja frente al Celta, y Txetxu Rojo en su segunda experiencia en el Real Zaragoza. Costa cogió el testigo del bilbaíno pero después de diez partidos y de perder en Chamartín contra el Madrid le informó a Alfonso Soláns junior que no podía seguir con esa presión. Vino Marcos Alonso y se bajó. Con Julio Velázquez en capilla, Mas y la multipropiedad afilan la guillotina por la que han pasado Carcedo y Escribá mientras otras cabezas seguirán sobre sus hombros tras semejante disparate.