La Superliga supondría una tragedia para el Real Zaragoza

Desde el momento que se hizo oficial que la Superliga tiene cuerpo y alma, la maquinaría del fútbol profesional afectado directamente por este nuevo mapa competitivo del queda excluido se ha puesto en marcha para calcular cuál sería el impacto negativo en sus economías. En el caso del Real Zaragoza, inmerso en un duro proceso de pago de deuda, supondría una auténtica tragedia teniendo en cuenta que las estimaciones son que los clubes ajenos a ese grupo de élite que forman los 12 equipos más ricos del planeta dejarán de ingresar por conceptos globales (televisión, publicidad y entradas) el 60% de lo que actualmente percibían. El conjunto aragonés recibe cerca de 8 millones de euros por conceptos audiovisuales, por lo que de confirmarse la puesta en marcha del nuevo torneo, esta fuente de ingresos se reduciría a menos de la mitad. Sería prácticamente insostenible para la institución.

Las consecuencias de la Superliga para las competiciones domésticas han puesto en pie de guerra a la mayoría de los afectados y a la Liga de Fútbol Profesional. El efecto dominó deteriorará la fisonomía y el espíritu del fútbol, golpeado ante la feroz propuesta de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, Andrea Agnelli, presidente de la Juventus, y Joel Glazer, propietario del Manchester United como gestores principales. Gran parte del capital que genera uno de los mayores espectáculos del mundo, ingresará en las arcas de los más poderosos, unos 7.000 millones. El banco estadounidense JP Morgan ya ha anunciado que será uno de los financiadores. El capitalismo en su versión más agresiva ocasionará un distanciamiento sideral con aquellos que no tienen acceso a entrar en esa liga cerrada que estará compuesta por 20 equipos.

El Real Zaragoza, como el resto de clubes, perderá de vista la posibilidad de competir en algún momento con los grandes siendo un histórico. Paralelo a esa lectura romántica, la entidad tendría que reajustar su presupuesto a la mínima expresión para minimizar daños, y aun así no se aseguraría su viabilidad.

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