Cualquier equipo puede ganarte en esta Segunda división en forma de montaña rusa que apenas pasa cada jornada los controles de seguridad. Pero que el colista, que no había conseguido mantener su portería a cero lo haga, te agite como a un pelele como mejor disposición táctica, con un grado de ambición colectiva muy superior y gestos individuales de alta calidad, sitúa al Real Zaragoza en muy mal lugar. Dos victorias consecutivas, la del Sporting ofreciendo una imagen compacta y atractiva, no tuvieron el efecto motivador y continuista que se esperaba. El conjunto aragonés, salvo en la recta final del encuentro de Anduva y de manera desordenada, arrancó gripado el partido frente a la muchachada de Joseba Etxeberría, descarada, vertical y buscando el triunfo para salir de su particular pozo. Cristian y un par de largueros evitaron una paliza del Mirandés, que jugó como quiso en parte por su valentía, pero también por el canguelo de un entrenador, Juan Carlos Carcedo, que insiste en robotizar al equipo, como él mismo subraya en cada rueda de prensa, en función del rival. Cuando el plan funciona, perfecto. Pero si sale de horror, como en esta ocasión, el último te pinta la cara con vivos y sonrojantes colores. Esta competición es un desastre, pero mucho más para ti si colaboras.
El técnico volvió a repetir once, pero en absoluto mantuvo el espíritu del par de triunfos anteriores. Al igual que en El Toralín pero esta vez con Giuliano bastante más sujeto pese a que no deja de correr sobre ascuas y clavos, el Real Zaragoza se arrugó por completo. No tiene Carcedo una plantilla precisamente exuberante, aunque tampoco como para despreciar esa estupenda racha ganadora y el combustible anímico que había generado para acelerar el corazón y el fútbol de sus jugadores contra un enemigo con muchas urgencias. En lugar de buscarle la yugular al conjunto burgalés, se dejó azotar. Perdió solidez defensiva, el centro del campo fue la procesión del error y la apatía y en ataque, Simeone contra el mundo. Oriol Rey, Marcos Paulo, Beñat Prados y Roberto López imprimieron una circulación de balón entre líneas incomprensible para los lánguidos Grau y Molina, con Vada, Bermejo y Mollejo pálidos como novicias, producto de la confusión que ocasiona ir a por el Soprting a pecho descubierto y una semana después esperar espantado al Mirandés con los brazos cruzados.
Carcedo es un entrenador que da más importancia a pilotar los partidos con jostyc desde un programa sin margen para la fantasía que a dejar que sus jugadores se expresen libremente ocurra lo que ocurra. En el equilibrio está la medida exacta. El problema es que es un técnico que en su afán de gobernar todos los detalles, acaba por provocar cortocircuitos que empeoran y deprimen al Real Zaragoza. Contra el Lugo se sacó de la manga tres centrales para compensar la baja de Grau y desquició al más templado. Este juego necesita del factor humano sin despreciar mecanismos, automatismos y cierta industrialización. El Mirandés, que lleva años por humildad económica y por convencimiento con una seña de identidda opuesta, puso al servicio de su primera victoria una gran disciplina, pero sobre todo la alianza de las jóvenes genialidades de su tropa de cedidos. Es decir hizo lo contrario y sumó los tres puntos.
Se veía venir pero quizás se podía aguantar. Como Carcedo insiste en que el Real Zaragoza es un equipo complicado de ganar, se parapetó en esa teoría que le ha conducido ya a la tercera derrota del curso, y ninguna ha sido digna. Cristian aportó su acostumbrado recital antes de que Lluís López, de vuelta a sus orígenes de central descentrado, dejara que Pinchi le ganara la posición para adelantar a los jabatos a la media hora. Un tirito de Vada representaba todo la amenaza ofensiva de los aragoneses. Recién puesta en marcha la segunda parte, el Mirandés combinó con la gracia del Bolshói desde la medular hasta la media luna en un serie de toques en los participaron Oriol, Marcos Paulo, Roberto López, Raúl y Pinchi como ejecutor. Una pura delicia con todo el bloque defensivo zaragocista paralizado e intentado comprender la naturaleza de la magia. El segundo gol sacó a Carcedo del software para hallar la tecla humana. Y claro, ese cambio produjo el caos.
Iván Azón entró con Giuliano desplazado a la banda izquierda. Mal negocio. Francho, Larra y Eugeni destronaron sin mejorarlos a los intocables Grau y Manu Molina, y por fin apareció con tiempo Makhtar Gueye, perdido, según relato interno, en la comprensión del idioma español. Se pisaron hasta los cordones en una desesperado demencial toque de corneta, molestándose, ocupando idénticos espacios, fallando el senegalés dos claras ocasiones para acortar al menos distancias. Marcos Paulo de falta directa y una exquisita internada de Santos despojándose por el camino de Gabi Fuentes y Eugeni terminaron en el larguero y en el poste. Carcedo había deprimido al Real Zaragoza en la puesta en escena y lo condujo al patetismo en la caída del telón de una derrota que le señala como un impersonal y frío fabricante de androides.
CD Mirandes: Herrero, Parra (Santos, min. 75), Álex Martín, Raúl Navas, Salinas, Prados (Serrano, min. 75), Oriol Rey, Pinchi (Manu García, min. 62), Roberto López (Juanlu Sánchez, min. 75), Paulo (Nacho Castillo, min. 87) y Raúl García.
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Fran Gámez (Larrazabal, min. 59), Lluís López, Jair Amador, Gabi Fuentes; Jaume Grau (Francho, min. 60), Manu Molina (Eugeni, min. 75); Mollejo (Iván Azon, min. 59), Sergio Bermejo (Makhtar Gueye, min. 78), Vada y Giuliano Simeone
Goles: 1-0, m.29: Pinchi. 2-0, m.50: Pinchi.
Árbitro: Fuentes Molina (Comité Valenciano). Amonestó por el equipo local a Raúl Navas (min 25), Roberto López (mim 43) y Manu García (min 86), y por los visitantes a Grau (min 54).
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 7ª de LaLiga Smartbank disputado en el Estadio Anduva ante 3528 espectadores, medio millar de ellos zaragocistas.
Que nadie nos haga tragar con ruedas de molino que en la segunda división te puede ganar cualquiera y bla bla. El colista y máximo candidato al descenso no nos puede ganar este partido en la vida. Esta derrota evidencia la debilidad mental de este equipo. Responsable el entrenador, que ya debería de ser cesado ahora que hay tiempo.