Los santos inocentes y sus graves pecados

Hubo un momento del encuentro en Pucela que el Real Zaragoza tocó la mandíbula del Real Valladolid. Fue un cuarto de hora, al final de la primera parte, que pudo influir a corto plazo en el resultado, porque aguantar un marcador digno hasta el ocaso del partido y frente a un rival conceptualmente a años luz no está alcance de un equipo que comete todos los pecados, los veniales y los capitales. Ivan Azón tuvo dos ocasiones después de una inicial de Francés para establecer el empate, la primera imperdonable. Pero el delantero, en una triangulación maravillosa fabricada por Eguaras y Francho, disparó al poste cuando su cuerpo preparaba el baile de la celebración. Después se encontró una buena mano de Roberto. El desacierto del canterano produjo una respuesta histérica en cadena, de los futbolistas y también de Juan Ignacio Martínez, que se entregaron al manual de las decisiones de biberón: cada cual a lo suyo y aglomeración de jugadores en una estampida en ataque sin pies ni cabeza con Narváez haciendo estallar el palo en una falta directa . El técnico estuvo especialmente desafortunado estigmatizando a Azón con la entrada de Álvaro Giménez tras el descanso, quien no aportó nada en su debut, como tampoco lo hicieron Borja Sainz, ni Petrovic ni Lluis López como relevo de Jair. Si a esa anarquía se suma el antes y el después de un centro del campo anémico, y mucho más frente a un adversario que te chupa la sangre directamente de la yugular, la palidez se transforma en derrota. Se le debería preguntar a JIM por Zapater. Si no estaba para jugar cuando el encuentro le solicitaba a gritos, su presencia en el banquillo es injustificable. En el caso de que la decisión de prescindir del capitán responda a un juicio personal, sería incomprensible. La cuestión es que el técnico eligió el zafarrancho de combate en lugar de intentar inyectar algo de serenidad, y todos, con Narváez, Borja, Bermejo, Adrián y Álvaro solapándose, se pusieron a correr por el jardín del manicomio sin medicina alguna. Hasta que Toni Villa sedó al Real Zaragoza con el segundo tanto del Valladolid.

A Álvaro Ratón habría que preguntarle si pudo hacer algo más en el primer gol de Javi Sánchez, un zapatazo lejano que, en apariencia, le daba para desviar el misil. Desde luego mejor no hacerlo en un requiebro inadmisible y de alto riesgo para driblar la presión de un delantero, un gesto tan innecesario como inútil por peligroso que el guardameta se permitió por libre. Todo se torció pronto, y sin embargo se sucedieron oportunidades para compensar esa desventaja. Sin puntería alguna y sin médula ósea, con Eguaras, Igbekeme y Bermejo sin aliento futbolístico ni físico, al Real Zaragoza le esperan tiempos complicados porque va a cerrar el mercado con una compra muy insuficiente. Son la base del año pasado, y en ocasiones se ha alabado esa continuidad, sobre todo como producto de una pretemporada colmada de espejismos. A ese estado hipnótico que ha ido creciendo con la llegada de novedades para la plantilla–la mayoría sucedáneos de lo que se pretendía– hay que añadir el mensaje de JIM y de Torrecilla de que habría un bloque para estar en la pomada, para ser muy competitivo. No es solo lo ocurrido en Valladolid, que puede entrar dentro de la lógica; frente al Ibiza ya sucedió algo similar en cuanto al abatimiento de las parcelas creativas y de finalización.

Con dos jornadas disputadas, el Real Zaragoza es una procesión de santos y lacerados inocentes. A Juan Ignacio Martínez se le ha supuesto un productor inagotable de milagros y le sigue una legión de devotos por lo que hizo la temporada pasada. Pero esta es otra historia, otro contexto. El proceso de compraventa, por su ridícula gestión, ha hecho un daño irreparable al equipo. Al no haber cambio de propiedad, la reconstrucción del bloque comenzó mal y tarde, con un límite salarial a la baja que ha reducido el margen del maniobra hasta tal punto que se va recogiendo lo que cae del árbol esté verde o demasiado maduro. Se ha promocionado una mentira gigantesca que entre los buenos deseos, las medias verdades y los silencios de una directiva soberbia y egoísta puede conducir a una realidad indigesta y muy comprometida. Similar o parecida a la situación generada antes de la era JIM. Sólo son dos partidos, aunque con suficiente cargamento didáctico como para temer lo peor. Si además el entrenador pierde su halo, como hizo en el José Zorrilla, no habrá nada a lo que agarrarse. Ni siquiera a la presunción de inocencia de los protagonistas, sobre todo de una Fundación que ha hecho todo lo posible para dejar al Real Zaragoza a las puertas de la morgue.. con un color cadavérico sólo subsanable con al menos cuatro futbolistas más. De los de verdad.

Ficha técnica:

Real Valladolid: Roberto, Joaquín, Olivas, Javi Sánchez (El Yamiq, 65´), Pérez (Janko, 31´), Roque Mesa (Aguado, 86´), Toni Villa, Olaza, Plano (Alcaraz, 86´), Weissman y Gassama (San Emeterio, 45´).

Real Zaragoza: Ratón, Fran Gámez, Francés, Jair, Chavarria, Eguaras, Francho, James (Sainz, 45´), Bermejo (Adrián, 66´), Narváez y Azón (Álvaro G., 45´).

Goles: 1-0; Javi Sánchez (min. 17), 2-0; Toni Villa (min. 90).

Árbitro: Prieto Iglesias (comité navarro). Amonestó a Javi Sánchez (min. 19), a Olaza (min. 81) y a Roberto (min. 90) por parte del Real Valladolid; y a Jair (min. 9), a Chavarria (min. 85), a Lluís López (min. 89), y a Narváez (min. 90) por parte del Real Zaragoza

04 comments on “Los santos inocentes y sus graves pecados

  • Dabi , Direct link to comment

    Hemos durado 60 minutos, de los cuales 20 (siendo generosos) fueron muy buenos, pero perder media hora una barbaridad, aunque sean fechas aún complicadas. Bermejo no es que no se fuera de nadie, sino que ni lo intentó, algo imperdonable en su posición; va camino de necesitar un psicólogo. Igbekeme tardó media hora en hacer algo que no fuera perder la posición, los balones y hasta el sentido. Petrovic, un desastre previsible tras verle su bajísimo estado de forma en la primera jornada; se ve que JIM no vio lo mismo, ni teniendo a Zapater disponible. Y JIM también, que esta vez psicología cero con Azon, un crimen que siga condenando a Narváez a la banda, en lugar de buscar como poco más alternancia de posiciones durante el juego precisamente con Azon.
    Por otro lado, también puede resumirse en que un central del Valladolid metió un golazo casi desde casa y un 9 del Real Zaragoza, tan valiente, voluntarioso, trabajador y prometedor como tierno, no acertó a meterla ni desde la misma cocina.

  • Carallo , Direct link to comment

    Se han empeñado en descender de categoría y al final este equipo de perdedores lo van a conseguir….

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