Nano Mesa y la mala educación

En el fútbol se justifican muchas cosas que en la vida cotidiana se tachan de intorelables porque, efectivamente, lo son. En este deporte mola el tipo canchero, vende el futbolista con ira en la mirada y agresivo por la necesidad innata de ganar. En la tipología de estos guerreros hay que distinguir sin embargo entre los que compiten con desmesura y aquellos que son víctimas del exceso por el exceso de adrenalina. Con o sin razón, Nano Mesa se encaró con el colegiado en el Anxo Carro, sumó una amarilla en esa discusión y Juan Ignacio Martínez, en una de sus mejores decisiones de la noche, optó por cambiarlo de inmediato ante la inminente amenaza de quedarse el Real Zaragoza con uno menos.

El delantero salió visiblemente enojado con el universo, se encaró con alguien del público, pateó lo primero que encontró y soltó varios puñetazos sobre la estructura del banquillo, donde tuvieron que calmarle. Esa rabia infantil e inapropiada no se justifica desde ninguna perspectiva ni representa en nada al futbolista comprometido. Venía de un mal partido en líneas generales, de aparecer en la mayoría de las escenas con un conflicto de por medio. De ninguna forma resulta admisible lo que hizo, un recital de nervios desatados que recogieron las cámaras de televisión. Ni define ni defiende al escudo esa rabieta maleducada. El club debería aplicarle un castigo disciplinario por ofrecer esa imagen, pero es muy posible que se corra un nuevo y tupido velo sobre un incidente nada ejemplar.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *