Niños de oro en el barro

Es como si jugaran o vivieran de otro planeta. Mientras la institución reside por decisión propia en las cavernas de la antipatía por una compraventa en la que parece haber perdido la llave y la cerradura y por la presentación de una campaña de abonados ideada por el enemigo, los futbolistas se empeñan en plantar flores en el desierto. Esta vez con un empate frente al Atromitos, que no cesó en buscar la igualada con afilada guadaña. Los griegos, que lo habían perdido todo en su visita a España, decidieron ponerse a tatuar de forma gratuita las piernas de los chicos de Juan Ignacio Martínez, en su mayoría niños que les habían burlado durante casi todo el encuentro. En esa dureza y en una indecisión defensiva lograron su objetivo militar en la recta final.

JIM construyó para esta ocasión una alineación descargada de titulares con Javi Hernández, Pablo Cortés, Puche y Carbonell en el once. Francho, Zapater y Nieto completaron la selección aragonesa, un equipo de cantera con la colaboración de Ratón, Fran Gámez, Jair y Adrián. La dinámica fue distinta a la de las victorias frente a Elche y Valencia, pero la quinta del chupete se alimenta de la misma filosofía que los mayores, enraizada en un constante sacrificio defensivo en cuanto se pierde el balón. Con la pelota en los pies, en muchos momentos cuesta distinguirles de los veteranos, porque desprenden un perfume creativo y una insolencia que te alegran la tarde por muy espesa que se ponga.

En ese equipo, como ante el Valencia, Fran Gámez volvió a coger cogiendo familiaridad y jerarquía. Se desenvuelve como si llevara varias temporadas con sus compañeros y hace de su carril una constante pista de despegue que aligera la presión recibida y le permite volar en ataque con intenciones de asistente y goleador. Al lateral, el único fichaje hasta la fecha, se le ve feliz cada vez que le reclaman, y se postula como una pieza importante en el engranaje de un Real Zaragoza que ni siquiera ha salido de fábrica con el sello de garantía.

El Atromitos intentó amedrentar al conjunto aragonés con asfixia física pero sin nudo técnico. Todo lo contrario que este Real Zaragoza juvenil, que suplió su pizca de ternura con el brillo de las pepitas de oro que van para lingotes. Puche en punta con Adrián muy cerca, Carbonell en la izquierda y Cortés en la derecha. En mitad de la llanura, con el partido bostezando, Ratón atajó un balón, vio la salida de Puche por el centro de su área y le lanzó un reto en forma de contragolpe. El delantero buscó a Carbonel y le envió el esférico para que se lo devolviera mientras encendía el turbo. De nuevo con la pelota en los pies, 70 metros después, observó la llegada al segundo palo de Gámez y centró para que el saguntino marcara a portería vacía. Un contragolpe así vale un partido. Una obra de arte de velocidad y precisión.

Los griegos, sobre todo en la segunda parte, comenzaron a sentirse marionetas, sobre todo después de que Ángel López, que había sustituido a Gámez, bailara a su marcador en tres ocasiones en la misma acción. El lateral centro pero acabó con la canilla a medio crujir por la entrada, momento el que JIM pidió a Ángel López, expulsado por protestar, que apaciguara a sus cuadrigas. Mucho caso no le hizo. Solo el empate, después de la ruleta de cambios, calmó a los helenos en una cita donde lo mejor de la Ciudad Deportiva dejó su sello. Quizás más que eso si esa compraventa no llega a cuajar o si lo hace con bolsillo estrecho.

Ficha técnica:

Real Zaragoza: Ratón (Cristian, 45´), Gámez (Ángel López, 60´), Javi H. (Castillo, 80´´), Jair (Francés, 60´), Nieto (Bermejo, 80´), Francho (Eguaras, 75´), Zapater (Ros, 60´), Adrián (James 75´), Cortés, Carbonell (Narváez, 75´) y Puche (Azón, 75´).

Atromitos FC: Piric, Vasilantonopoulos, Strouggis, Chatziisaias, Athanasiou, Natsos, Salomon, Klonaridis, Kartalis, Pisano y Koulouris.

Goles: 1-0; Gámez (min. 39), 1-1; Oikonomidis (min. 87).

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